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viernes, 1 de septiembre de 2017

Miguel Zabala

Me gusta recordar a aquellas orquestas con la que alguna vez bailé, o escuché sus discos, lo mismo que en las numerosas audiciones de radio donde actuaban estos conjuntos que albergaba la ciudad de Buenos Aires anhelante de tango, de temas nuevos, de cantores, poetas y músicos que conformaron una saga inextinguible. La que vuelve día y noche con sus temas y su rastro ahíto de nostalgia.

A Miguel Zabala con su formación lo conocí, en alguno de los tantos programas radiales que sintonizaba mi hermano, y bailé con su orquesta en el Palacio de las flores, ubicado en la zona de Retiro, en la calle Basavilbaso, casi Avenida Libertador. Era un lugar muy especial, lo habían fundado unos floricultores japoneses, y a las tantas de la madrugada, cuando terminaba la milonga, comenzaba a funcionar el desfile de canastones de flores que saldrían expedidos a distintos lugares para su venta.

                                  
Miguel Zabala "Zabalita"

Me resutlaba agradable el sonido de esta orquesta y era bien bailable, como la mayoría de conjuntos de su época. Aunque no trascendió mayormente, su director, fue un apasionado bandoneonista que gustaba de los rubatos y de la marcación sostenida por el piano. Tenía un estilo acaso parecido al de Ricardo Malerba, aunque, como en todas las orquestas de entonces, prevalecía la personalidad propia de la misma.

En su conjunto alternaron valores de pedigrí, como el pianista Juan José Paz, que estuvo en el dientudo, entre 1940 y 1942. Otros colegas que fungieron en el piano de esta orquesta, fueron el rosarino Carlos María Parodi y Osvaldo Manzi. Al lado del director vale la pena señalar a bandoneonistas de la talla de Antonio Ríos, el fueye de Rosario tan alabado por su colegas, o Domingo Rulio.

Tuvo también cantores conocidos como Jorge Maciel en sus comienzos, Carlos Varela que venía de actuar durante largo tiempo en la orquesta de Roberto Firpo. O Carlos Casares, que formó en el conjunto de Juan D'Arienzo dejando varios registros grabados con el mismo. El mayor problema que tuvo Zabalita fue con los sellos discográficos que no supieron aprovechar los valores de esta orquesta en la que aunaba sabiamente lo musical y lo milonguero.

En la gran época de D'Arienzo en el cabaret Chantecler, la orquesta de Zabalita -como se le conocía en el ambiente, por su simpatía- hacía las veces de telonero. Y los fines de semana, cuando El rey del compás realizaba bailes en los clubes o alguna gira relámpago, el conjunto de Zabala ocupaba los horarios centrales. Puede verse en el cartel del Chantecler su nombre al costado.

                                   

Con su amigo Domingo Rulio hablaron de hacer las valijas y viajar por Sudamérica. Rulio se afincaría en Lima, capital peruana, y Zabala -que se llamaba Gregorio, aunque usaba el nombre de Miguel- volvió y reapareció en Buenos Aires en 1953, alternando en emisoras y bailes y formando rubro con el pianista José Pascual. El cantor de la orquesta era entonces Ángel Mayo. Poco tiempo después se retiró para dejar paso a la vida familiar, y se mantendría dando clases de música y bandoneón.

Dejó apenas 4 registros discográficos realizados en 1944. Los mismos, grabados en la RCA Victor fueron: La trilla, Pura maña, Seamos amigos (cantado por Carlos Casares) y Trotamundos.

Podemos volver a escuchar a esta orquesta en dos de esos temas. El tango de Agustín Bardi: La trilla y Seamos amigos de Domingo Rulio y Príncipe cubano (Ángel Sánchez Carreño, el negro presentador del Chantecler que bautizó a D'Arienzo como El Rey del compas)

La trilla - Miguel Zabala

Seamos amigos - Miguel Zabala-Carlos Casares

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