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lunes, 21 de diciembre de 2015

Tangueando y bardeando al nuevo año



   ¿Qué me contursi? El 2015 se toma el piro y  desde gotanes al bardo, te dizeo de vardaro que lo pases do reyes, bon viván, que aprendas la lesende, que te juegues por lo que Vargas y no te duermas en los laurenz, que bailes y gires como un troilo con una linda minotto, que la vivas como un ray hasta agotar el cupo, que vivas con de caro, gambeteando a la canaro y al spitalnik, y rajando de lío. Que tu casal sea un castillo, ledesmas al amor, miranda siempre como floreal la vida, sin salirte del carril, mimando tu panzera, el basso siempre repleto y haciendo algún biagi interesante.



                                                
    Si sos mina vestite, de bassi  bien maderna, que encuentres el príncipe azul y mores en un demarco ideal, echándole fuego a la caldara, porque nada será en bardi, aunque haga frío o caló, vivila binelli, paseando por campos, montes y lagos, y como aconsejaba el Dante: ponele el pacho a la vida hasta que salgán la bonavena, haciendo tabla razzano y echándole flit a la malerba, cuidándote de los staffolani y algún ardit que te quieran colar; que te iluminen los ástor, andá con la morán bien alta, perfumada con chanel. Llená tu casa de fiore, de rosas , azucena, como si fuera una plaza y dará igual que vayas en falcón o ferrari, pasarás díaz felices para anotarlos como acuña en la pizarro, sacale el jugo a la bidart por más que ruggiero la tempestad, haya guerrico, maffia, no importa lo que te dinzel, a los chismosos poneles el bozán,  y pugliese que sea tu año si seguís estos consejos: fabián sin mirar a quien, no entres nunca en mora, a los errores pasale la gómez, disfrutá tu libertella, no pises el polito, y ponele el lomuto y el pettorossi a la vida, que valdrá la pena y te visitarán los de angelis.

                                                 

    Así como te lo charlo, y aunque alguno ya me caló, con este gotán que me marcó di cicco, me tomo las de villasboas hasta el nuevo año, huyendo del corsini diario, y te disarli que lo pases entre ríos, arenas y demare, tomés champán delfino en el bahr o en tu bulín, despidas el 2015 bien lusiardo con centeyas, la tita de cerveza, una buena fugazot,  en un marco coral, con una rosita de buena suerte en la mano, el romero, el cuore manzi, y piana piana…sin volverte tarantino…te batistella que acá stamponi mi deseo de buena suerte al gavioli y la grela que me siguen todos los días, moreno o rubistein, pobre o ricardo, que tengan este año una gran racciatti de fortuna, dejen la parte sosa de la vida  y la pasen debute y lo terminen in victor.

    Les juárez que paso por el barbero,  me corto la malena,  me rasuro la barbieri,  retiro el ciriaco de la tanturi, me empilcho, me pongo una florio en el ojal para salir de farrel, pero antes de partir,  me morfo un cacho de castaña, me sirvo un buen bermúdez, levanto las copes para el brindis, firmo con mi marcucci y echo esta carta al buzón deseándoles de cuore:

                                                     

             
                       ¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO! 

                                                                                       (El bardo José María)

sábado, 19 de diciembre de 2015

Taconear porteño

Esta milonga de Lorenzo Barbero y Ricardo Otero recuerda los comienzos de la milonga porteña en los bailongos donde tallaba el tango como rey y señor. El mismo tango que hoy es la gran atracción bailable en casi todos los países del mundo y que nosotros llevamos realizando en BIEN  MILONGA, todos los sábados y martes del año en la Casa de Aragón de Madrid, de la Plaza República Argentina nº 6, de la capital de España.

En la segunda parte y primera bis de de la misma, habla de la expansión de las milongas por todos los barrios porteños, algo que tantos sobrevivientes de esas épocas podemos recordar con orgullo y pasión.

Sebastián Arce y Mariana Montes
Milonga que en las barriadas                             
sin más luz que las estrellas
viste a la Rubia Mireya
en brazos del Cachafaz.
Chinonga taura y señera
el arrabal fue tu dueño
y en tu taconear porteño
cada corte es un amor.

Me acuerdo que en lo de Hansen
en los floreos de un ocho
ni las quebradas del Mocho
te sacaron del compás.
Milonga que en los bailongos
del corralón de aguateros
le dió calce al milonguero
porque no hubo otra mejor

Tal cual. Y si todavía quedan dudas nos damos una vuelta por ahí y podemos verlos bailando esa milonga que citan los autores en el título de hoy. Por ejemplo, arranco con la dupla que integran Dana Frígoli y Adrián Ferreyra, en la milonga La bicicleta, de la calle Gorriti, en el porteño barrio de Palermo. Se lucen con Ella es así, la milonga de Manuel Carretero y Luis Martino, que interpreta la orquesta de Edgardo Donato con el cantor Horacio Lagos.



No puedo dejar al blog sin un tanguito, para hacer honor al nombre del mismo. En este caso se trata de la pareja Leandro Oliver-Laila Rezk, que en la milonga Me gusta, de Moscú (Rusia) se mandan con ese tangazo: Recuerdo, por la orquesta de su autor: Osvaldo Pugliese.

                                       

Y para cerrar la matinatta sabatina a toda orquesta, nada mejor que esa excelente pareja que forman Sebastián Arce y Mariana Montes. En este caso estamos en el 13º Festival del Torino Tango, en Italia. Y lo bordan con esa milonga: Con flauta y guitarra por la orquesta de Héctor Varela y los cantores Jorge Falcón y Diego Solís. Poné la pantalla a pleno y aplaudí... p'adentro.

                                          

                                                                                     

viernes, 18 de diciembre de 2015

Piazzolla y los bandoneonistas

Ástor Piazzolla sostenía que el mejor bandoneonista que existía era Roberto Di Filippo. Había estado a su lado en la orquesta que tuvo Ástor en 1946. Fueron grandes amigos y contaba que cuando estaban juntos eran muy felices hablando de música.

-Cuando teníamos algún día libre o algún domingo, nos íbamos al cine Gran Rex a escuchar los ensayos de la Sinfónica del Colón.  Hasta cantaba arias de ópera como los dioses. Estuvo conmigo  en la orquesta de 1946. O sea, que somos amigos casi de pibes. Y lo somos como lo sigo siendo de Huguito Baralis, de Chupita Stamponi o de Enrique Mario Francini, por las cosas que nos unen. No somos burreros ni vivimos hablando de minas, por decir algo.Cada vez que nos vemos con Roberto le beso las manos.

                                   
Roberto Di Filippo

Di Filippo se jubiló en la Orquesta del Teatro Colón tocando el óboe. A continuación estuvo muy enfermo y mientras se recuperaba y como terapia, volvió nuevamente a tocar el bandoneón. Y según el mismo Ástor, estaba tocando mejor que nunca. De hecho grabó un disco particular donde se aprecia lo increíble de su digitación con ambas manos.

Y sostenía también Piazzolla que el bandoneonista que más se le había aproximado era Minotto, "aunque nunca a la par". El uruguayo Enrique Di Cicco, apodado Minotto, fue el primer bandoneón en la orquesta de Francisco Canaro durante años e incluso en el Quinteto Pirincho. Lo apodaron Mano brava por su increíble digitación y dominaba de tal manera el instrumento, que parecían no alcanzarle las 71 teclas del fueye.

                                     
La orquesta de Piazzolla en 1947. Di Filippo está sentado junto a Ástor a su izq.

Por ello, y en base a sus propios diseños, en la casa Arnold -fabricante alemán de los doble A-, le prepararon un enorme bandoneón con más de cien botones para que se despachara a gusto. También en busca de mejor sonido, sobre todo al actuar las orquestas en ambientes amplios de mediocre acústica, fue precursor del bandoneón eléctrico, que años más utilizaría el mismo Piazzolla.

Minotto, hijo de un acordeonista y con otros dos hermanos músicos (Ernesto y Fioravanti De Cicco), tendría varios conjuntos como director, pero en este sentido no estuvo acompañado por la fortuna. En cambio, con Canaro, esa manera de decir y de cantar la frase  que lo distinguió, le dió a su instrumento una sorprendente tesitura, enriqueciendo la proyección de voces de su bandoneón. Por ello su actuación con Pirincho, le sirvió sobremanera para alcanzar gran popularidad. Y sería en dicha orquesta donde impuso ese fraseo terso y fluido que sería su principal característica.

                                     
Minotto


Pero además de estos reconocimientos, Piazzolla nunca dejó de recordar a Aníbal Troilo. Le reconocía su enorme bondad, pero también, y pese a que lamentara que Pichuco no tuvo mayores estudios, con el paso de los años supo valorar todo lo que el Gordo hizo.

-No escribió una gran obra, pero son todas joyas, una mejor que la otra. Yo agarro un bandoneón -le contaba a Natalio Gorín- , toco La última curda, y se me caen las medias. Es posible que su intuición haya cubierto el bache de la falta de estudios. Incluso para convocar músicos y arregladores; siempre se rodeó de los mejores. Él mismo tenía la mejor partida de nacimiento: empezó de pibe con el Sexteto de Elvino Vardaro y Osvaldo Pugliese. ¡Casi nada!

                                           
Ástor Piazzolla y Aníbal Troilo


Para darle una mano de pintura a toda esta historia linda de fueyes, nada mejor que escuchar esta grabación de Roberto Di Filippo, que toca en su fueye, el valsecito de Francisco Canaro, Corazón de oro. Y a Minotto lo podemos apreciar al mango en este tango de Alejandro Scarpino y Juan Caldarella: Canaro en París, grabado por el Quinteto Pirincho el 13 de abril de 1956.

02- Corazón de oro - Roberto Di Filippo

Quinteto Pirincho - Canaro en París

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Alberto Podestá

Nos dejó hace unos días, después de una vida entera dedicada al tango, ya que con 14 años, ya cantaba en su provincia de San Juan. Alejandro Wáshington Alé, el turquito, que pasó por varias orquestas, dejando en todas su impronta, especialmente en la de Carlos Di Sarli, con versiones que nos siguen iluminando en las interminables noches milongueras. Es muy lindo repasar los recuerdos de una vida dedicada al tango, contados por él mismo.


                                                 

-Esta foto ( en que aparece en la orquesta de Di Sarli, junto al director), no sólo tiene valor sentimental para mí, cuando con 18 años cantaba en la gran orquesta de Carlos Di Sarli, nada menos. Estoy con traje negro, admirándolo. De chico me decían Gardelito: Me sabía todo el repertorio de Gardel, era locura que tenía con él. Llegué a verlo en 1933, con 9 años cuando Gardel pasó de gira por San Juan. Me llevó un tío que era control de la Paramount y me dejó sentado en una platea, a un costado. Me acuerdo clarito cuando lo vi entrar, medio gordito, caminando como jorobadito. Y después cuando empezó a cantar, con esas guitarras atrás...¡Qué locura!...

-Yo trabajaba en el cine de San Juan, vendiendo golosinas. Allí veía las películas de Gardel, me aprendía sus tangos de memoria y después los practicaba en casa, con una escoba de guitarra. Me llevaban ante cuanto tanguero apareciera por San Juan, y así Hugo del Carril y el dúo Buono-Striano me dijeron que si alguna vez me animaba a ir a cantar a Buenos Aires, me darían una mano. Así fué. A los 15 años me largué a probar suerte acompañado por un hermano mayor y fuimos a una pensión llena de sanjuaninos. Nos quedábamos sin plata y justo sale la prueba con Miguel Caló, el 23 de diciembre de 1939 y quedé.

                                                     
                                       


- En seguida grabé Yo soy el tango y Caló me cambió mi nombre turco por el de Juan Carlos Morel. Arranqué, con 16 años y la orquesta tenía músicos como Francini, Pontier, Ahumada, Domingo Federico, Rovira, Stamponi y Osmar Maderna. A los dos años me voy con Di Sarli que me dice: "Ese nombre no. Conmigo sos un cantor nuevo, arrancás de cero. Te vas a llamar Alberto Podestá y vas a tener que defender el nombre". Como en ese tiempo no salían los nombres de los cantores en los discos, en ninguno figura Juan Carlos Morel. Solamente decía: "Tangos con estribillo cantado". Di Sarli tenía una orquesta impresionante y llenábamos en todas partes. Mis primeras grabaciones con él fueron: No está y la milonga Entre Pitada y pitada.

Me costó mucho la decisión de dejar a Caló, me fuí con mucho dolor. Pero acepté porque si antes ganaba 200, pasé a ganar 1300. Y no se puede imaginar lo que eran 1300, un capital enorme... Con esa plata pude traer a mi familia de San Juan. El único problema que tuve fue con Roberto Rufino. Roberto fue muy mal compañero. Del 42 en adelante empezamos a salir en las placas. En ese tiempo, si salía su nombre en los discos, tenían que darle porcentaje. Como siempre, los de las grabadoras se las ingeniaban para no pagar. Empezaron a aparecer los nombres gracias a una idea de Fiorentino; él nos reunió a los cantores para luchar por eso. Al final la grabadora aceptó, pero haciéndonos firmar un papel donde aceptábamos que no íbamos a cobrar el royalty que nos correspondía.



El maestro Di sarli fue muy importante en mi carrera. Como lo que me dijo cuando cantaba fuerte: "Hay que cantar con el interés, no con el capital. No te vas a jugar toda la plata de un golpe. Ahí viene el matiz, la media voz, todo". Cuando cantabas un poquito fuerte, Di Sarli te decía: "¡Interés pibe, interés!". Y tenía razón. En esa época éramos cantores de orquesta que grabábamos, hacíamos éxitos, pero éramos trabajadores, con un pequeño sueldo. El que ganaba el dinero grande era el director. Tiempo después, cuando empecé a cantar solo, en el año 50, salí al ruedo, como se dice, me fuí haciendo solo. Nunca tuve un representante, como tengo ahora, que me está dando una gran mano. Me hubiera servido de mucho 25 años atrás. Estuve en grandes formaciones como las de Francini-Pontier, Pedro Laurenz o Edgardo Donato y de todos guardo un gran recuerdo. Conocí mucha gente buena. Francini, Pontier, Cadícamo, Contursi, eran unos tipos que los veías y te enamorabas de ellos. El Catunga Contursi siempre tenía la sonrisa en la cara, muy buen mozo, alto, pelo ondulado.

Manzi iba a SADAIC, dond era presidente honorario, y lo veías conversando con todo el mundo. Ahora éso no se ve más. Era distinto, había otros códigos. Un cabaret precioso era el Novelty, de la calle Esmeralda 473. Su dueño, un francés, tenía también el Tabaris y Les Ambassadeurs. Luego se llamaría Dominó.  Ahí tocaron Demare, Pontier. El Marabú también tenía algo mágico. El Chantecler era un caserón viejo, pero qué lindo. D'Arienzo estuvo muchos años ahí, era una atracción.  Cuando le tocó ir a Di Sarli, decían que no iba a funcionar, pero fue un exitazo. Pero el mejor era el Tabaris. Por ahí pasaron Chevalier, Mistinguette, Trenet, Josephine Baker, estuvo el Príncipe Carlos. Se cenaba, tomaban copas y se bailaba. Cuando había shows, toda la pista se levantaba hasta la altura de las mesas. Y cuando bailaban se bajaba la pista. Estaba el Tibidabo en Corrientes y Libertad, el templo de Troilo. Siempre había una mesa reservada para sus amigos: Manzi, Contursi, Cadícamo. Discépolo, Razzano...

                                                

Y recuerdo Mi Club, en la calle Suipacha, que a las diez de la noche estaba repleto. Cuando estuvo Di Sarli fué una locura. entraban 600 o 700 personas. Hoy, repaso todo aquello, con tantos colegas que se fueron y pienso que a mis 83 años, y en plena tarea, no me puedo quejar. Jugábamos el campeonato de fútbol de las orquestas y después Troilo y yo hacíamos el asado. "Vení, Gordurita -me decía-, vamos a hacer el morfi...". Esta foto  con Di Sarli me parece que la hubieran sacado hace poco y han pasado nada menos que 65 años. ¡Qué linda época del tango!

                                                                                                      Alberto Podestá


Y yo lo recuerdo, cantando, en dos versiones. Con Carlos Di Sarli, en el tango Volver a vernos, de Joquín Mora y Luis Castiñeira, grabado el 21 de diciembre de 1942.  Y con Miguel Caló en el tango de Francisco Pracánico y Luis Rubistein. Si tú quisieras, grabado el 18 de marzo de 1943.

Volver a vernos - Carlos Di Sarli-Alberto Podestá

Orq. Miguel Caló-Alberto Podestá - Si tú quisieras.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Milonga porteña

Este tango tiene una pequeña historia porque fue el primero de los 363  registros que dejó grabados Miguel Caló con su orquesta. En la otra faz del disco de 78 rpm, tenía el vals Amarguras, de Miguel Nijensohn y Jaime de los Hoyos, aunque a la hora de la impresión aparecerá este último con el número uno de la lista. Milonga porteña fue creado por Miguel Caló y Luis Brighenti (autor de ese hermoso tango: Ensueños) en la música, y los versos son de Mario C. Gomila.

La orquesta de Miguel Caló estaba entonces integrada por Domingo Cuestas y el director en bandoneones; Domingo Varela Conte, Hugo Gutiérrez y Enrique Veltri en violines; Luis Brighenti en el piano y Enzo Ricci en contrabajo. El cantor, que no tuvo mayor recorrido en el tango, era Román Prince (Ramón Principato), que aparece cantando estos dos temas iniciales.

                                


La letra, sin mayores alardes, de Gomila, ya habla de la milonga como lugar donde se baila el tango, ya fuere un club, un formativo, teatro, o cualquier lugar que sirva de reunión para darle cuerda a la pasión por el tango, la milonga y el valsecito porteño, como sigue sucediendo infinitamente, desde antaño hasta hoy. Y le confiere ese sino de desengaño amoroso que recrean aquellos tangos. En el comienzo ya lo muestra.

Tango compadrón, sentimental,
vibra en tu canción el bien y el mal.
Milonga porteña, sos como la dueña
de mis sueños de cristal.
Te sigue un viejo amor que siempre está
en nuestro dolor y no se va.
Y hace que el recuerdo sea triste y lerdo,
como la embriaguez de tu compás.

                                     



El tango se grabó en 1932, y los siguientes 18 temas que continuaron a este primer disco fueron cantados por Carlos Dante. Hoy me detengo en Milonga porteña porque tiene ese valor del tango iniciático en el disco, de una orquesta que se iría transformando con el tiempo y llegaría a ser una de las más importantes. Que permitieron florearse con su música y estilo a tantos milongueros de distintas décadas. Miguel Caló supo mantener un tipo de repertorio, músicos, cantores y temas, para deleite no sólo de los bailarines, sino de tantos adeptos que siguieron todos los avatares del tango en su historia.

                                                     


Y acá está Milonga porteña con la primera orquesta de Miguel Caló y Román Prince en el canto.

Milonga porteña- Miguel Caló-Roman Prince


sábado, 12 de diciembre de 2015

Señores yo soy del centro

Esta milonguita de Armando Baliotti y Santiago Adamini, ilumina el centro de Buenos Aires, donde el tango sentó sus bazas ganadoras. Ya fuese en los cafés iniciales de la calle Corrientes, como en los posteriores cabarets o las Confiterías bailables que tanto juego le dieron a los milongueros de los años cuarenta y cincuenta. Lo canta maravillosamente, fiel a su estilo, Angelito Vargas con la orquesta de Ángel D'Agostino y hoy nos ilumina la página de BIEN MILONGA.

Soy modesto, tan modesto
que me limito a callar                      
cuando escucho que comentan
mi manera de bailar.
Unos dicen que en el tango
no ha nacido mi rival,
otros creen que en la milonga
se aprecia la calidad.
Y yo francamente digo
que no me atrevo a opinar.


Y después de estas parolas invitantes, nosotros, esta noche, como todos los sábados y martes del año, seguimos tirando del carretel milonguero en el acogedor salón de la CASA DE ARAGÓN, de la Plaza República Argentina nº6. Un lugar reservado para milongueros fieles, que en Madrid intentan emular aquellas legendarias milongas que inundaron los barrios de la saga fundadora.

                                         


La música es la impulsora de todo el movimiento y en nuestro salón está asegurada, con aquel fabuloso botín que nos legaron las orquestas del treinta, cuarenta y cincuenta en forma de grabaciones. Que no es sólo patrimonio madrileño, sino que en el más lejano confín del mundo, el tango talla hoy como pocas veces en su historia. Y para demostrarlo, voy y me instalo en Canadá.

Por ejemplo en el Theatre Rialto, de Montréal (Québec), donde se desarrolla el evento mensual "Le grand Bal Tango". Y, en este caso, la pareja que integran Alexander y Sandra, se mandan con El amanecer, por la orquesta de Carlos Di Sarli.

                                             


Me quedo en la hermosa Montréal, porque ahora son Fernando Sánchez y Ariadna Naveira los que nos hacen difrutar en el "Fusiliers Mont Royal", durante el Festival "Montréal aime Le Tango", con el valsecito Lejos de tí. Lo interpreta la orquesta de Rodolfo Biagi con el cantor Teófilo Ibáñez.  





Ahora doy un saltito grande y aparezco en el Music Hall de Moscú. En este caso, Noelia Hurtado y Carlitos Espinoza, durante el Festival Planetango 2015, se mandan con la Milonga de mis amores interpretada por la Solo Tango Orquesta.


                                                                                                                 

jueves, 10 de diciembre de 2015

Triunfal

Este tango fue decisivo en la carrera hacia la admiración mundial, de Ástor Piazzolla. Y lo fué porque lo tocó en un piano de París en circunstancias vitales. Había viajado a Francia en un barco, Coracero, junto a su esposa Dedé, aprovechando la beca que había ganado para estudiar con la célebre Nadia Boulanger. Sin embargo, una vez allí, prefirió pagarse los estudios de su bolsillo, pero para ser aceptado, debía presentar una composición que sirviera para demostrar sus cualidades.

Llevaba una recomendación de Alberto Ginastera, que ella aceptó con gusto, y luego, Ástor le entregó su Sinfonietta. Nadia se sienta al órgano, la toca y lo acepta como alumno, previniéndole que el aspecto que tiene que mejorar, es la composición. Las clases se daban de ocho de la mañana hasta las doce de la noche, con breves descansos y tenía unos treinta alumnos de distintas procedencias.

                                             
Nadia Boulanger tomándole clases a Ástor Piazzolla


Piazzolla tomaba tres clases por semana  "que eran enormemente interesantes", decía en una carta a Horacio Ferrer. Yo le llevo mis deberes que incluyen hasta sesenta y cuatro variaciones de un mismo tema. De veras que me esfuerzo lo indecible para hacerlos todos bien y todos claramente distintos. No obstante lo cual, ella, comiendo masas y tomando té junto a uno de sus pianos y de una sola leída, me señala las tres, cuatro o seis soluciones que se parecen entre sí. ¡Un fenómeno!

-Le agrada, sobremanera, dedicar la última media hora de cada clase a conversar sobre cuestiones muy diversas -siempre en inglés-. Habla con gran pausa, sorprendente lucidez y madurez aleccionadora. Su mayor insistencia está destinada a sostener que la sinceridad es la virtud capital de un compositor. esto es, que no se debe estrenar o publicar cuando no se está completamente conforme con la obra.
-"Una obra es un hijo del compositor - afirma Nadia-, hay que querer mucho a la propia obra". A mí me emociona oírla.

                                               
    
Dedé estudia pinturas con un conocido maestro y los fines de semana, que tienen libres, los dedican a recorrer El Louvre, o la misa domincal, donde Olivier Messien toca el órgano. Y así van pasando los días hasta la penúltima clase con Madame Boulanger. Piazzolla no ha dicho aún nada sobre su larga carrera dentro de la música popular, sobre todo por el posible rechazo que pueda sentir ella sobre la música de tango y su particular contenido.

Pero , sin embargo, ese día decisivo, Piazzolla se sienta al piano y toca su tango Triunfal. Al terminar, ante su sorpresa, ella le pide que lo repita. Y luego, una tercera vez.

-Me ha hecho vibrar, Piazzolla, jamás yo había oído tango. Al menos, con atención.  Pero éste, el suyo, es música nueva y sincera y lógica. Y totalmente al margen del mundo que trafica con el arte. Tiene valor paralelo a muchas de las cosas que hacen Chaves y Villalobos. Su Triunfal es nada menos que auténtico. Siga, ¡siga en ésto! Profundamente.  Haga como Ravel: ¿o usted no cree acaso, que Bartok o que Stravinsky no son, en esencia, música popular? ¿No es la música de De Falla hermosa y popular? Pero para ello es necesario ser artista y tener, como usted, la gracia de Dios...

Ástor se despide, emocionado y Nadia Insiste: "Sea sincero... No escriba por escribir."

                                         
.

Podría decirse sin errarle, que desde ese día nace el definitivo músico que crea páginas maravillosas y que en el futuro tocarán las orquestas sinfónicas de distintos países del mundo.

Desde aquel Triunfal, que escribiera en 1953, y que continuara a otros temas rompedores como Prepárense y Para lucirse, la vida musical de Ástor Piazzolla, cambiaría para siempre.
Y repetirlo en el ordenador otra vez, nos conduce a aquella anécdota de Nadia Boulanger,  cuando se lo escuchó a Ástor en el piano.

Hoy lo traigo por la orquesta de Aníbal Troilo, en su grabación de 1953. Y también como variante musical, la versión de Triunfal, por el dúo Las Pibas (Analía Goldberg -piano- y Paulina Fein -flauta-)-.

Triunfal - Aníbal Troilo

Triunfal - Las Pibas




martes, 8 de diciembre de 2015

Buenos Aires colina chata

Tenía que ser un poeta con la profundidad y el ingenio creativo de Homero Manzi, para transformar la Fundación de la Capital de la República Argentina, en unos versos que transmiten el amor por su ciudad. Porque, aunque Homero nació en un pueblo de Santiago del Estero, fue criado de chico en Buenos Aires, paseó los andurriales de Pompeya, el empedrado de Boedo y la cercanía de ese Riachuelo fuera leit motiv infinito del pintor Benito Quinquela Martín, y que separa la Capital de la Provincia.

Su poesía tiene un vuelo histórico, intenta redescubir la ciudad porteña a través de la historia y le salió redondita como una pizza y vital como aquella odisea de los conquistadores españoles. Uno de ellos, el hidalgo burgalés-vasco Juan de Garay cubierto de honores por sus logros. Fundaría la ciudad de Santa Fe, sería gobernador de Asunción del Paraguay, comprobaría asombrado que el río de la Plata era "un mar dulce", funda por segunda vez la ciudad de Buenos Aires, en 1580, y luego de muchos viajes y cargos, terminaría muerto por indios querandíes. En mi barrio de Parque Patricios lo recuerda una avenida con su nombre, y casualmente Homero, de niño, vivió en una casa de dicha avenida. Vale la pena traer hoy al Blog la poesía y recrearnos en ella.

Buenos Aires colina chata.

Sobre una colina chata
Garay trazó cuatro vientos;                                    
por un costado La Pampa,
al otro lado un Riachuelo
y el río contra la espalda
y el pecho contra el desierto
con su horizonte de paja
y su techumbre de cielo.
Garay trazó cien manzanas
sobre un cuadrado perfecto
y el sitio de las campanas
y el lugar de su gobierno
y las casas capitanas
y los tejados modestos
y el ámbito de la plaza
para los grandes recuerdos.
Garay trazó con su espada
la forma de un pueblo nuevo.

¿Cómo era la pampa aquella
sin gauchos y sin cencerros,
sin chinas, ranchos ni güeyas,
sin boliches ni puesteros?
¿Cómo era entonces La Pampa
sin estancias ni potreros,
sin una sola guitarra
sin el ladrido de un perro?
¿Sin un mazo de baraja,
sin el grito de un resero,
sin un fogón y una casa,
sin un mate y sin un cuento?...
                                                                    
Sólo era una pampa pampa
con un desierto desierto
y su horizonte de paja
y su techumbre de cielo.
Qué raro que se quedaran
los españoles aquellos,
atados a las distancias
clavados a los silencios.
Tal vez porque ya eran otros
distintos de los primeros.
Tal vez porque ya eran criollos
a fuerza de sufrimientos.
Porque llegaron del Norte
inaugurando senderos
madurados por los soles
y las lluvias de febrero.


                                     









Esta maravillosa interpretación de la segunda y definitiva Fundación de Buenos Aires, la transformó en tango su amigo Sebastián Piana, pero es una gesta que excede con mucho los límites del tango, aunque lo sea. Quizás por eso no ha tenido recorrido como tal. Aunque en las sucesivas relecturas del poema, me quedo encantado con todo el verso y con ese horizonte de paja y esa techumbre de cielo con que pinta la desierta pampa. Y genial lo de Buenos Aires colina chata.                  

 

     
Segunda Fundación de Buenos Aires

 

sábado, 5 de diciembre de 2015

Aguante de Tango

Este tango del excelente poeta recientemente fallecido, Héctor Negro (Ismael Héctor Varela), y el cantor Oscar D'Angelo, trata con fervor y talento, todas las cosas que fuimos perdiendo los argentinos por dictaduras, malos gobiernos y jueces y empresarios que fueron despreciando lo popular. El tango es uno de esos objetivos que consiguió sobrevivir a fuerza de talento y arraigo en la masa social. Lo enterraron varias veces, pero hoy está vivito y coleando.


                                     
Nosotros lo celebramos todos los sábados y martes desde las 21 horas en BIEN MILONGA, que  va así, camino de su segundo año de vida, en la Casa de Aragón de Madrid, sita en Pza. República Argentina nº 6. Y por allí desfilan milongueros de ambos sexos para disfrutar de la música especialmente seleccionada por este especialista, y una pista acogedora, con piso de madera lustrada, grandes espejos y compinchería absoluta en la cofradía que acogemos.

En la segunda parte del tango que citamos hoy, dice:

Cargaron en tropel
pedazos de país.
Y un modo de vivir                         
que ya no pudo ser.
Y apenas nos quedó
el tango rezongón,
que no se dejó arrear
de puro retobón...

El tango que nos dió
color de identidad.
Que nos templó la voz
con su raíz profunda.
Que erguido desenfunda
su estirpe arrabalera
y cruza las fronteras
del mundo sin parar.


Hermosura de parolas, que los hechos confirman a tutiplén. No hay más que darse una vuelta por este convulso mundo y ver sómo se lo quiere, se lo admira y se lo baila en cualquier rincón del mundo. Pruebas a la vista, me arranco por la sufrida Hiroshima, donde dos de sus bailarines: Rodrigo y Nadsuko, se lucen en el Sakura Festival de Tango de dicha ciudad, bailando Quejas de Bandoneón, por la orquesta de Aníbal Troilo.

                                               


Como ando por el Lejano Oriente me paso por Singapur. En esta hermosa y pujante isla, donde, afortunadamente,  de momento no llegan las bombas, la pareja que conforman Seriy Podbototny (de Ucrania) y Ping-Yu (Shangai), bailan en el 1 St Singapore Int'l Tango Festival. Lo hacen con el valsecito Recuerdos, por la Típica de Ricardo Tanturi, cantando el Cabezón Alberto Castillo.

                                          


Y ahora pasamos a los grandes maestros. Porque ver bailar a Miguel Ángel Zotto y Daiana Gúspero no es moco'e pavo. La verdad que da un gustazo ver a estos grosos, bailando, en el 15º Tango Torino Festival (Italia), la Milonga de Buenos Aires por la orquesta de Francisco Canaro, cantando Ernesto Famá. ¡Inimitables!

                                     


Y el tango le ganó a todos. ¡Viva el Tango!

viernes, 4 de diciembre de 2015

El cachafaz

Dejó, tras sus pasos de bailarín de tango, un halo de leyenda que ningún otro pudo alcanzar. Cuando uno piensa en aquel tango iniciático del tango juguetón y canyengue, su figura emerge como símbolo del bailarín de tango que ganó batallas duras y riesgosas gracias a su arte en el manejo de los tiempos, de sus piernas dibujantes y del dueto que supo armar con compañeras de lujo, como Elsa O'Connor (luego devenida en gran actriz dramática), Isabel San Martín y Carmencita Calderón.

A esta última tuve la suerte de conocerla porque murió con 100 años cumplidos, en 2005. Se llamaba Carmen Micaela Riso de Cancellieri y para que su padre no se enterara que bailaba tango, adoptó el apllido de su abuela materna; Calderón. Curiosamente, su madre era la maestra secreta.
-Cuando bailás, no mirés al suelo, levantá siempre la cabeza -le decía-, y le corregía la postura.

                                   
El Cachafaz y Carmencita Calderón


Con el Cacha, que le llevaba 16 años de diferencia,  y no la tuteaba, bailó en la película Tango, de 1933, y estuvo 10 años acompañándolo en sus filigranas, sin ensayar jamás una coreografía, sino improvisando sobre la música,  hasta la muerte súbita del mítico Cachafaz. Trabajando en El Rancho Grande, de Mar del Plata, durante un descanso, caería fulminado de un infarto. Para ella:
"No hubo ni habrá otro bailarín como él. Porque nadie inventó tanto ni fue tan elegante". 

Se llamaba Ovidio José Bianquet y nació el 14 de febrero de 1885. Era hijo de francés y cordobesa.  Tendría una Academia de baile famosa, instalada en los altos del Teatro Olimpo, en la calle Pueyrredón 1463. Al cerrar ésta, pasó a otra en Sarmiento y Cerrito. Luego a un local de Córdoba y Junín y más tarde junto al Teatro Ópera. Ganaría mucho dinero dando clases a gente de la alta sociedad en Buenos Aires, en París o en Nueva York, donde bailaría en el Teatro Metropolitan. Pero, debido a su tren de vida, como lo ganó lo gastó. Después de su triunfo en París, lo contrataron de Estados Unidos y se hospedaba nada menos que en el Hotel Astorga.

                                 


Francisco García Jiménez cuenta uno de sus grandes duelos en una nota titulada:

                                  Los charoles diablescos de "El Cachafaz"

   -El Cachafaz se presentó esa noche en Palermo sin compañera, lo que produjo una natural expectación. Y si no pudo decirse que el hombre apareció "solito su alma", fue porque, como de costumbre iba a su zaga un hombre fiel y de acción, conocido por El Paisanito.
   Santillán que estaba en una mesa rodeado de amigos, los vió entrar como a sapos de otro pozo.
   Pasó un rato. Los rítmicos tangos del trío se sucedían. De repente el Pardo se levantó y salió a bailar con su compañera. Quieto y mudo hasta esa oportunidad, El Cachafaz echó entonces una mirada a su alrededor y vió una mujer solitaria junto al entarimado de la orquesta. Le hizo una guiñada y una seña. La mujer asintió con la cabeza y se vino hacia él. Prendidos para el tango, salieron a seguir el ritmo rodante de las parejas. Hubo entre éstas como una voz de orden, inaudible,  que las hizo eliminarse sucesivamente de la pista, hasta dejar solas a las dos de la topada.

                                             En la cancha se ven los gallos

   Ardió Troya en las tablas del piso de Hansen.
   A una "corrida" impecable, afilagranada, del Pardo, contestaba El Cachafaz con dos o tres figuras de asombrosa improvisación, imaginadas y resueltas "sobre el pucho" y transmitidas como por arte de magia a la asimilación espontánea de la desconocida compañera,  Superado una y otra vez, el Pardo Santillán perdió terreno. ¡Realmente, más que un bailarín, el Cachafaz era un silvestre genio de la danza! De sus "cortes" tanguistas se ha prolongado su fama legendaria, parecida a la que ha trascendido del "visteo" peleador de un Juan Moreira.
   La cosa se pudo peor para Santillán cuando en el silencio inquietante uno del corrillo no repriminó su maravilloso elogio del forastero:
   -¡Saquenl'el molde... que baila con su sombra!
   Hubo intención de gresca, de parte de los adeptos a Santillán. Los frenó la actitud sorprendente del Paisanito, que saltó al ruedo extrayendo de sus ropas el "fiyingo", un cuchillo de larga hoja estrecha y muy filosa que aquellos guapos calzaban bajo su axila izquierda, en la abertura del chaleco.
   La acción del Paisanito no era el vano intento de corajear contra tantos. Él la remató con otra no menos espectacular y afortunada. Tiró de punta del "fiyingo" al piso, clavándolo tenso, y le gritó a su amigo:
   -¡Dales el dulce!
   El Cachafaz lo dió
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   Este suceso levantó al tope la nombradía del bailarín del Abasto y empañó la del de Palermo. Porque en esa ocasión la voz "que corrió del norte al sur" -¡y viceversa! dió cuatro razones aplastantes.
   -El Cachafaz le ganó con tango, con faca, sin compañera y sin barra.

Más allá de la pintura policromada de García Jiménez, el Cacha tenía su "oficina" en la primera mesa del Café de Corrientes y Talcahuano, a la que solían concurrir figuras como Carlos Gardel, Enrique Muiño, Elías Alippi y otros. Bailó con las orquestas de Pedro Maffia, con Francisco Canaro en el Teatro, e incluso con Ángel D'Agostino.

El pianista Manuel Aróztegui compuso un tango llamada El Cachafaz, por el cual el Cacha se sentiría muy orgulloso, hasta que le explicó su autor, que estaba dedicado al actor Florencio Parravicini, que también solía cargar con dicho apodo. Lo estrenó el trío que dirigía Aróztegui, con el bandoneonista Manuel Firpo y el violinista Paulino Facciola, en el Café El capuchino, un famoso reducto tanguero que funcionó en Boedo e Independencia, donde actuarían entre los años 1913 y 1916.

                                              


 Una madrugada, Bianquet se cruzó con Osvaldo Pugliese, que venía de trabajar con su orquesta, y Pugliese le preguntó, después del afectuoso saludo.

-¿Cómo hace usted para dibujar esas cosas tan lindas en el piso.?
Y que sé yo...-respondió El cacha- ...las invento caminando....!

En esa respuesta tan  escueta y tan real, estaba delineando los verdaderos secretos de la danza del tango: La improvisación y la caminata rítmica.                        

miércoles, 2 de diciembre de 2015

La victrolera

Fue uno, en realidad: una, de los personajes que reinaban en los cafés porteños entre los años veinte y cuarenta. Era ella, la victrolera o vitrolera, encargada de poner los discos de 78 rpm, en aquellos sitios de descanso, de charleta y de reunión que tenían los porteños. También en algunos de esos cafés, tocaban tríos, cuartetos, o pequeñas orquestas que amenizaban esos ratos de ocio, y los había en casi todos los barrios de aquella Buenos Aires.

El nombre proviene de la victrola o vitrola, creada por la Victor Talking Machine Co., norteamericana. Se trataba del gramófono. Los primitivos se movían a cuerda. Sobre el fieltro de la caja abierta, se colocaba el disco, se accionaba la manivela para que durara  aproximadamente lo mismo que el tema musical y a continuación se colocaba una manija con la púa de acero en su punta, sobre el disco, al inicio, se destrababa el freno, y salía la música.

                                       
La victrolera pintada por Carlos Torrallardona


Había veces en que algún tema arrancaba aplausos y exclamaciones entre los parroquianos y fue muy comentado el caso de Recuerdo, el gran tango de Osvaldo Pugliese, cuando apareció. Era tan requerido por los presentes, que el disco terminaba irremediablemente rayado por la púa y haciéndose  indescifrable el sonido. Por ello había que tener una buena provisión de discos de Recuerdo, para satisfacer a los clientes.

Raúl González Tuñón lo recordaba en un poema suyo: "Devorador del tiempo, de pronto se ilumina / cuando una estrella mínima se enciende en la victrola". Bernardo Kordon también la cita en otro verso: "En una vitrola languidecía la canción porteña". En algunos casos los mismos empleados del café eran los encargados de colocar los discos, y en otros la llamativa victrolera servía incluso de réclame para la concurrencia masculina, porque en aquellos años era bastante difícil que hubiese mujeres sentadas en las mesas de los cafés.

                                

La victrolera ocupaba un pequeño palco y su pollera cortona era la atracción de los asistentes. En una ocasión publiqué la anécdota del bandoneonista Julio Ahumada, que se ligó a la vitrolera del café de Piedras y Moreno, mientras Armando Pontier se levantaba a la cigarrera. Eran tiempos difíciles para todos esos músicos llegados de provincia y que vivían humildemente en la famosa Pensión de Humberto Cerino, en dicha calle.

 Los cafés porteños fueron básicos en el sentido de darle el sitio decisivo al tango en sus concurridos salones y la vitrolera fue la mujer de los sueños de muchos parroquianos. El excelente poeta José Portogalo, cita algunos de aquellos cafés tangueros en uno de sus hermosos versos:

La victrolera vista por el dibujante Oskar Grillo


En el Café Domínguez descifré tus secretos,
en La Paloma dije tus mejores palabras,
desde un palquito en  alto que llegaba hasta el cielo;
al ABC de Canning y Rivera
llegué cuando"Valija" se afilaba los dedos...

Llegarían los tocadiscos eléctricos, los discos de vinilo, las máquinas que tenían discos de moda para seleccionar y aquellas muchachas pasaron al olvido. Aunque las recuerda un tango llamado precisamente La victrolera. Lo grabó Mercedes Simone con orquesta en 1931. Y la Típica Victor, cantando sólo el estribillo, Vicente Crisera, lo haría ese mismo año. Curiosamente, este vocalista que actuó en radio El Mundo, trabajaba en la oficina de Radiocomunicaciones en la época de la dictadura que prohibiría el lunfardo en los tangos, y colaboró entusiastamente  en esa prohibición.

                                       


El tango del título es obra de Pascual Clausi y Melecio F. Pérez. Este último,  también escribió los versos de la milonga El paisanito, a la que tanto jugo le sacaron D'Arienzo-Echagüe.

Vamos con La victrolera y las dos versiones citadas.

La victrolera - Típica Victor-Vicente Crisera

Mercedes Simone - La victrolera