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sábado, 31 de enero de 2015

BIEN MILONGA

El tango nació como danza, antes de que se consolidara la música del género como tal. Eran los bailarines quienes impulsaban a los empíricos músicos de la primera época, para que siguiesen con ritmo sus evoluciones danzantes. La poesía del tango llegó dos décadas más tarde, incluso, cuando Pascual Constursi la instituyó con Mi noche triste.

La danza es una de las tres patas del tango, pero es el basamento sobre el cual se ha ido erigiendo el edificio instrumental. Con la aparición de músicos de conservatorio y poetas de alto vuelo, se consolidó finalmente este género musical que ha tenido y tiene protagonistas de bien ganado prestigio en las tres ramas del mismo: Música, danza, poesía.

                                       


Como la lluvia fina ha ido calando despacio pero sin tregua, y como decía Manuel Romero en su tango La canción de Buenos Aires:

Este es el tango, canción de Buenos Aires,
nacido en el suburbio, que hoy reina en todo el mundo... 

Lo escribió en 1933 y el tiempo le ha dado la razón. Porque hoy se baila prácticamente en el mundo entero y lo ejecutan músicos de todas las procedencias. Y yo que empecé a bailarlo a los 14 años y en plena juventud recorrí las mejores milongas porteñas, que alterné con los grandes del tango en noches interminables e inolvidables, sigo tirando del hilo con las grandes obras que nos legaron aquellos músicos, poetas y cantores. Y BIEN MILONGA es el refugio donde lo bailamos bien debute.

                         
                                   
Y para ir calentando motores con vistas a la milonga de esta noche, nada mejor que ver, por ejemplo, a la gran Alejandra Mantiñán bailando con Martín Ojeda, en Aló Lola, uno de los buenos lugares para zambullirse en  las noches porteñas. Bailan el tango En tus brazos, de Carlos Zárate y Marvil (Elizardo Martínez Vilas), por Alfredo De Angelis con el cantor Oscar Larroca.


                                                 

                              

viernes, 30 de enero de 2015

Armando Pontier

Hoy vuelvo con este excelente instrumentista de bandoneón y enorme compositor que ha dejado un largo collar de perlas en la discoteca tanguera. Títulos que bastarían para ponerle el cartel definitivo de Grande. Es más, yo creo que no se le han reconocido totalmente sus enormes méritos en tal sentido, aunque sí se le haya enaltecido como músico, porque lo demostró sobradamente en la Orquesta de las estrellas de Miguel Caló, en la que formó con Enrique Mario Francini, en la suya propia, y en la que sirvió para acompañamiento y lucimiento de Julio Sosa, a quien apoyó cuando era un perfecto desconocido en Buenos Aires y lo descubrieron en un café del barrio de Chacarita por recomendación del poeta y recitador  Raúl Hormaza, incorporándolo a la orquesta que formaba con Francini.

                                                 


Pontier se llamaba Puntorero y su padre italiano, le compró un viejo bandoneón medio escashato, en aquellos cambalaches de la calle Libertad donde se vendían todo tipo de objetos y prendas de segunda mano e anche piú. Con él aprendió a manejarse en el Conservatorio Iberoamericano de su pueblo bonaerense de Zárate. El músico alemán Juan Ehlert que había anclado por ese lugar a orillas del Paraná al enamorarse de una joven de la localidad, los fue juntando a todos los chicos jóvenes e integró con ellos una orquesta (Francini, Stamponi, Cristóbal Herreros, Pontier) que llegarían a Buenos Aires para actuar en la famosas Matinées de Juan Manuel.



Allí los escuchó casualmente Miguel Caló que estaba en el estudio acompañando a Elena Lucena y los contrató a todos. A Pontier debió esperarlo que terminara el servicio militar que estaba haciendo en ese momento y se incorporaría algo más tarde que sus compañeros. Pontier recordaba que en esa época, cada vez que tenían un día franco en la colimba, se largaban desde Zarate a ver a Aníbal Troilo y volvían a la noche en tren para hacer los 88 kilómetros de distancia ccon la capital.

                                               
La admiración que siempre tuvo por Pichuco, la declaraba sin ambages: "Es que el tango no es virtuosismo, sino que tiene que salir de adentro. Por eso siempre prefería una sola nota suya y no una descarga de notas que otros muchachos que han estudiado, sin duda, pero que les falta sensibilidad. Si un intérprete logra erizar la piel de quien lo escucha, consiguió lo más importante, su propósito. Por eso el Gordo fue siempre un superdotado. ¡Y le sobraba técnica, ojo!". Por eso no era de extrañar que le dedicase un tango a Troilo, que llamó Pichuco, y que grabó la orquesta Francini-Pontier en 1946.


Charlé varias veces con él y otros amigos en los intervalos de su actuación con Sosa en la Confitería Richmond. Tenía su pinta, era muy simpático y se cuidaba. Por eso solía pedir un café o un té, cuando nos sentábamos en una mesa alejada del escenario. Era un agradecido a Troilo porque le había grabado su tango Milongueando en el cuarenta, en el año 1941, cuando él todavía no había saboreado las mieles del éxito personal. Pero eso fue sólo el prolegómeno. Pichuco también iría llevando al disco un carretel de hermosos temas de Pontier: Cada día te extraño más y Corazón no le hagas caso (ambos con Carlos Bahr); A bailar, Trenzas, Margo, El milagro (con su paisano Homero Expósito), Tabaco (con José María Contursi), que lo fueron elevando en la consideración general y que tuvieron todos ellos un eco enorme que les permite seguir airosamente en el candelero.

                                            
Armando Pontier al frente de su orquesta en 1956. Arriba, sus cantores Sosa y Florio.

En 1969 incluso, Pichuco, con el Polaco Goyeneche grabó los temas de Nuestro Buenos Aires, un grupo de temas que Pontier realizó con Federico Silva. Con este poeta compondría un tema que llegó a tener unas 300 grabaciones de artistas de todo el mundo: ¡Qué falta que me hacés!. En este rubro de compositor, Pontier alcanzó una altura comparable a los grandes del género. Por la belleza de todos estos temas y porque siempre pensó en aquella inmensa legión de milongueros que llenó clubes, cabarets y confiterías céntricas para bailar al compás del tango.

Es por eso, sobre todo que hoy lo vuelvo a traer al Blog a este gran músico que se suicidó increiblemente en el mediodía de la Navidad de 1983, cuando contaba apenas 63 años y su vida parecía un remanso de paz junto a la familia y los amigos. Grabó acompañando a numerosos cantores como Sosa, Goyeneche, Hugo del Carril, Marino y tuvo en su orquesta a grandes como Podestá, Sosa y Rufino más algunos destacados: Ferrari, Darío, Gloria Díaz, Maidana, Florio, Durán, Real, Chiqui Pereyra y otros.



 Hoy lo recuerdo con un instrumental suyo: Milongueando en el cuarenta, grabado con su orquesta y Pecado, ese tango que compuso con Francini y Bahr y que, convertido en bolero, fue un éxito sensacional, grabado por infinidad de intérpretes. En este caso y en tiempo de tango, lo canta con su orquesta, Alberto Podestá.

Armando Pontier - Milongueando en el cuarenta

Armando Pontier- Pecado - Alberto Podestá






miércoles, 28 de enero de 2015

Chiqué

Este tango fue compuesto en 1920 por el bandoneonista Ricardo Luis Brignolo, y ahí sigue airoso en la consideración de los actuales músicos, y en las piruetas de los bailarines en las milongas de los diversos países  que crecen día a día. O noche a noche. A Brignolo, su amigo  Arolas le puso el apodo de La Nena, por su costumbre de vestirse elegantemente, con tutti i fiocchi, y en ese rubro competían permanentemente, dado que el Tigre del fueye también las gastaba en ropa y aditamentos.

Como casi todos aquellos músicos de su época, Brignolo debió trabajar para ayudar a la manutención del hogar materno, al fallecer el progenitor, y lo hacía como colocador de azulejos. Tenía dieciocho años cuando acudió con amigos a un Café de Suárez y Necochea, del barrio de la Boca, donde estaba tallando fuerte el tango, con los parroquianos sentados en  torno a las mesas, y el palco donde se ubicaban los músicos, por lo general intuitivos.

                             
Ricardo Luis Brignolo en 1934


Esa noche tocaban el Tano Genaro (Genaro Expósito) con su bandoneón, junto al pianista norteamericano negro  Harold Philips, y el joven Brignolo se sintió atraído fuertemente por el sonido del fueye y los movimientos que realizaba el Tano en la ejecución. Por eso en un intervalo de su actuación, se le acercó a Expósito para pedirle que le diera algunas lecciones, porque le gustaba mucho ese instrumento. El Tano no sabía música y le dijo que no podía enseñarle, pero ante la insistencia de éste, aceptó darle algunas lecciones, como también haría con Anselmo Aieta, aunque años más tarde el Brujo comentaría que el "maestro" lo tenía para cebar mate.

Así comenzó Ricardo Brignolo su carrera ascendente y estudiaría solfeo para ampliar sus conocimientos. En 1914 decidió dedicarse exclusivamente a la música y debutaría en una café de Entre Ríos, entre Cochabamba y San Juan, a 100 metros de "El estribo". Lo acompañaban el pianista Nicolás Irulegui y el violinista Pascual Gnochi.  El año que permaneció en ese palco le sirvió de lanzadera para escalar posiciones rápidamente, para lo cual estudió a fondo los secretos del fueye y terminaría escribiendo un Método  para aprender a tocar el bandoneón, algo que se echaba en falta porque muy pocos conocían a fondo las características tonales del fueye en su totalidad.

                                         
Además de sus dotes musicales, no estaba exento de inventiva poética y lo demostraría al escribir sobre la música de Alfonso Lacueva,  la letra del tango Íntimas que Carlos Gardel consagraría y grabaría en 1926 y 1930. Y entre los varios temas que le dieron lustre como compositor, destaca sin duda Por seguidora y por fiel, con letra de Esteban Celedonio Flores, que Gardel registró en el disco en 1930 y que trascendió a su época en la voz de distintos cantores.


Pero su apellido quedaría grabado en la historia del tango por su exquisito tema instrumental: Chiqué. El nombre del mismo produjo en principio algunos interrogantes, pero él mismo le aclararía a Francisco García Jiménez el significado. Es de la época en que tocaba en "La olla popular", una Academia de baile situada en la Calle Sarmiento entre Cerrito y Libertad. Se llamaban así remedando con retintín a las colas de gente sin trabajo que acudía a buscar comida en esos sitios  de ayuda.

En la noche de Buenos Aires de entonces, como resultado de primera guerra mundial, muchas mujeres francesas habían sido traídas al país por maquereaux franceses que colocaban a sus pupilas en prostíbulos y que también se ganaban la vida acompañando a los bailarines que debían pagarles diez centavos por pieza bailada. En ese salón Brignolo escuchó a una de ella recriminarle a su acompañante ocasional: "No hagas chiqué", cuando bailaban. Brignolo le preguntaría luego por el significado de la palabra en cuestión y cuando ella le explicó con movimientos exagerados de su cuerpo lo que quería decir, entendió que se refería a los aspavientos teatrales del bailarín en cuestión.

                                 


Y entonces relataría luego como surgió el nombre de este tango que pegó fuerte de entrada:

-Yo había volcado en la pieza un fantaseo que me parecía de muchas ínfulas para un bailable.  Sonaba bien aquello, pero  lo encontraba pretencioso. Y como para curarme en salud, le puse Chiqué de título..

El tema pasó con nota el examen de la oreja de músicos y milongueros y fue grabado por numeros conjuntos. Entre otros: Julio De Caro (con quien tocaría Brignolo en su orquesta gigante), Francisco Canaro, Sebastián Piana con un trío vocal, Cátulo Castillo (1929), Francisco Lomuto, Aníbal Troilo (en dos oportunidades), Francini-Pontier, José Basso, Osmar Maderna, Roberto Zerrillo, Eduardo Del Piano, Juan D'Arienzo, Nicolás D'Alesandro, Lito Escarso, Roberto Pansera, Osvaldo Pugliese, Osvaldo Requena con su cuarteto, Ciriaco Ortiz con su trío, Ástor Piazzolla o la selección Nacional de Tango, entre muchos otros. Cabe recordar que durante la dictadura de 1943, la censura prohibió numerosos tangos que debieron cambiar el título o diversas palabras, y Chiqué fue retitulado entonces como El elegante.

Hoy recuerdo a este tangazo con dos de esas grabaciones. La de Aníbal Troilo del 3 de marzo de 1944, que fue todo un suceso. Y la de Francisco Canaro, del 11 de septiembre de 1929.

Chiqué - Aníbal Troilo

Chiqué - Francisco Canaro

lunes, 26 de enero de 2015

Dino Saluzzi

Para varios expertos es el músico argentino vivo más importante y representatativo. Curiosamente, no es popular y en algunos países se lo reconoce mucho más que en el suyo propio. Su padre, conocido músico salteño, le regaló a Dino un bandoneón cuando éste tenía siete años y como sus hermanos, todos se impregnaron del espíritu del progenitor y estudiaron a fondo los diversos instrumentos, que les fueron confiados.

Hay que tener en cuenta que nació en un pequeño pueblito salteño que está a más de 600 metros de altura y no llega a los 5000 habitantes, porque cada tantos años algún movimiento sísmico destruye algunas casas y lleva precariedad a sus habitantes. Ali también nació Ariel Petrocelli, destacado músico y uno de los grandes poetas del folklore argentino. Dino se trasladó a la capital de su provincia cuando tenía 14 años y allí conoció a Ciriaco Ortiz, cuando éste yiraba por diversos lenocinios con su fueye, y quedó "tocado".

                                                   
 
Su manejo del bandoneón era muy fluido y sus concepciones musicales y el espíritu lleno de talento lo llevaron a Buenos Aires en 1955. Se incorporó a la orquesta de Enrique Mario Francini y su nombre comenzó a circular entre la gente del ambiente. En la orquesta coincidiría con otros dos fenómenos del fueye: Calixto Sallago y Julio Ahumada. Éste último se encargaría de transmitirle los secretos del instrumento que aún no dominaba y lo pulió en todo sentido, igual que al formidable Julio Pane. De allí en más iría pasando por las orquestas de Carlos García, Alfredo Gobbi, Héctor Varela, Lorenzo Barbero, Joaquín Do Reyes, Roberto Caló y mantendría largas noches envinadas a puro piano y fueye con el inolvidable Osvaldo Tarantino, a quien conoció en su etapa con Alfredo Gobbi.

Pero Saluzzi no dejó de estudiar nunca y también se formaría en percusión y se integraría en la formación de la Banda de Policía, como arreglador e instrumentista de música de cámara y temas sinfónicos. Su espíritu le impulsaba a otras metas y se integró en la Orquesta Estable de Radio El Mundo, mientras comenzaba a perfilar sus primeros conjuntos que ejecutaban especialmente música relativa "a lo agreste del campo donde se había criado", como él sugería. Siempre fue un paso más allá y comenzó a viajar en 1977 a Japón con la orquesta de Francini en una larga gira y sus arreglos fueron muy importantes para los espectáculos teatrales que dieron en numerosas ciudades niponas.

                                             
Dos grandes del fueye: Julio Pane y Dino Saluzzi

Cuando el tango entra en una etapa de declive, como Pîazzolla forma diversos conjuntos y encara otras metas que lo llevan a distintos países hasta que ingresa  al sello alemán ECM (Editions of Contemporary Music) del legendario productor Manfred Eicher.  Que no sólo lo contrata sino que además le señala a grandes músicos que pueden acompañarlo en sus conciertos y grabaciones. Así le produce un disco con Marc Johnson, el contrabajista norteamericano que tocaba con Bill Evans.

Perfeccionista, incorformista, su nombre suena con fuerza en lugares tan disímiles como Canadá o Hong Kong, donde es admirado. O en Oslo donde también actúa y graba. Su arma es la inseguridad, y a la vez la fuerza motora que lo impulsa a mejorar siempre en lo artístico. Considera a toda la música como integradora de su arte, pero no olvida nunca ni al tango ni al foklore, aunque haya grabado jazz o sinfónica. En el tango grabó con la fantástica contrabajista alemana Anja Lechner un disco que incluye ocho tangos, la mayoría suyos y uno maravilloso de Vicente Greco, Ojos negros, imperdible. Anja descubrió el tango, visitó Buenos Aires y se enamoró de esta música.

                                       
Dino saluzzi y Anja Lechner tocando Ojos negros.


También tengo un registro de Dino donde toca con su familia. Félix Zenón, hermano, clarinetista y saxofón, que ha recorrido el mundo haciendo música en oquestas sinfónicas y de todo. Lo llaman Cuchara y también fabrica boquillas de clarinete y saxo. El disco se hizo en 1991, luego de un largo tour por países europeos. E intervienen en el mismo, el resto de la familia, hijos y sobrinos. José María Saluzzi en guitarra, Matías Saluzzi; bajo y contrabajo. También invitados como el conocido percusionista italiano Umberto Trombetta Gandi, Gabriel Said y Anja Lechner. En los últimos treinta años ha tocado y grabado con músicos del calibre de Al Di Meola, Rosamunde Quartet, Charlie Mariano Enrico Rava, Gato Barbieri, Thomazs Stanko, Metropole Orchestra dirigida por Jules Buckley o Mariano Mores y tantos otros.

                                        

 Como dice acertadamente el crítico Daniel Bagnera: ".Musicalmente culto y refinado, su secreto es quizá no haber ‘salido’ realmente nunca de su pueblo. Ese provincianismo universal tan de Chagall, Chejov u otros genios, unido a su privilegiada mente cosmopolita, hace de su música algo tan cercano al hombre contemporáneo de cualquier lugar, urbano o rural, hasta el punto de que, por ir a un extremo, el propio Pedro Almodóvar cogió de Cité de la Musique los dos últimos temas de ese disco para ambientar dos de los momentos cruciales de Todo sobre mi madre (al parecer, sin el consentimiento de Saluzzi, no sé en qué quedó aquello; espero que se resolviera entre ambos, que es lo que a priori uno desea entre dos tíos tan talentosos)".

                                           
El familiar Dino Saluzzi Group

Dino se acaba de presentar en el Café Vinilo de Palermo, en Buenos Aires con su grupo familiar y algunos refuerzos, tocando temas de su último disco producido por ECM, El valle de la infancia, que no se vende en Argentina.. En él hay diferentes músicas, e incluso el tango Loca Bohemia de Francisco De Caro. Y desde el escenario adelantó con sus palabras: "Tengo la obligación de tomar riesgos", lo que lo emparienta con Ástor Piazzolla a quien siempre reverenció por su inventiva y vanguardismo.

                                     

Yo los invito a escuchar los dos temas citados en la nota: Ojos Negros,con Anja Lechner, que es un verdadero placer auditivo y sensorial. Y con su familia y el tano percusionista U.Gandi: la milonga de Pedro Laurenz: Milonga de mis amores.

Ojos negros. Dino Saluzzi-Anja Lechner

Dino Saluzzi group - Milonga de mis amores

sábado, 24 de enero de 2015

BIEN MILONGA


Sábado a la tarde, te planchás el traje, 
te cortás el pelo, después te afeitás,
con bastante crema te hacés dar masajes.
gomina y colonia, luego te peinás.                         

Lista tu figura, llegada la noche,
te vestís ligero después de cenar,
con un cigarrillo prendido en los labios
sales de tu casa te vas a bailar...

Ya sabés como te cantaba Angelito Vargas con D'Agostino estos versos de Carlos Lucero, que llevan música de Víctor Felice. El tango se llama Bailarín de contraseña, que los había, porque muchos muchachos andaban justitos de fondos y necesitaban que les tiraran un cable para entrar sin pagar. Las ansias de milonguear les podían y se mandaban con una fe grandota en sus habilidades.

Los tiempos han cambiado y ya no quedan bailarines de contraseña, aunque siempre hay gente lista. Y nosotros tenemos una Milonga que atrae a milongueros de ambos sexos por la música, las comodidades del aparcamiento en la misma puerta, el piso y el ambiente. Tanto en los sábados a la noche, como los martes. Ambas comienzan a la misma hora.


                                               



Y para tomar impulso bien milonguero, en la página de hoy en el Blog, podemos ver a esa magnífica y elegante pareja que forman el turco Murat Erdemsel y la hawaiana Michelle en Austin. Bailan: Yo quiero cantar un tango de José Nieso, Miguel Nijensohn y José María Suñé, por Pedro Laurenz y la voz de Alberto Podestá.

Pura clase.


                                                
 Como colofón, me gustaría recordarles que Murat, además de maestro del tango, es muy buen pintor de arte moderno. Y para que puedan apreciarlo, acá pueden ver su cuadro tanguero titulado Organito de la tarde.

                                 
                           


                                    






viernes, 23 de enero de 2015

Todo corazón

En la nota que realicé en el Blog sobre el destacadísimo médico, investigador, docente y violinista -de tango- Pablo Chiale, comenté que el mismo Chiale en un encuentro con el músico Juan de la Cruz Bringas, decidieron grabar un elepé en el año 2006, para lo cual formaron una orquesta, que llamaron Todo corazón. El producido económico de estos dos discos irían a parar a dos entidades de Bien público: La Fundación de Ayuda al Enfermo Cardiovascular y la Fundación de Investigaciones Cardiológicas Einthoven. El mismo Pablo Chiale compró muchos de esos discos que luego vendería entre sus colegas. Este compacto contiene 15 temas. En los primeros ocho la orquesta está dirigida por Carlos Pazo. En los siete restante, la dirige Mauricio Marcelli que además es el violín solista.

Para sintetizar voy a explicar los  integrantes de las dos orquestas que se formaron y sus integrantes, además de los temas. En el folleto que acompaña al compacto, reseñan todo esto y que acá reproduzco. Incluso algunas de las fotos que lo acompañan, que están tomadas por Enrique Snider.

                           
Todo corazón dirigida por Marcelli. Pablo Chiale es el que levanta el pulgar.


-La Orquesta Todo Corazón surgió como idea del encuentro fortuito de un músico (Juan de la Cruz Bringas) y un médico cardiólogo (Pablo Chiale) quien había incursionado en su juventud en esta disciplina artística como violinista.

Gestado con una finalidad solidaria, colaborar con la tarea de dos entidades de bien público –Fundación de Ayuda al Enfermo Cardiovascular y Fundación de Investigaciones Cardiológicas Einthoven- la orquesta se organizó y creció con la incorporación progresiva de músicos de jerarquía que pusieron a disposición de esas entidades, desde el primer momento y con total generosidad, su talento y capacidad artísticas.

                                          


-Así se plasmaron dos discos: Música desde el corazón y Tangos para vos... de todo corazón, que tuvieron amplia difusión y repercusión en el ámbito médico y recibieron el beneplácito de muchos músicos prestigiosos que, enterados del propósito que animó a sus colegas, los adquirieron para cooperar con ambas Fundaciones.

- Este nuevo disco de la Orquesta Todo Corazón, llamado Latidos se concibió con la intención de lograr una difusión más vasta de temas de nuestra música abordados con un nivel de excelencia en las orquestaciones y la interpretación. En esta oportunidad la Orquesta Todo Corazón fue dirigida por los maestros Carlos Pazo y Mauricio Marcelli y contó con los siguientes integrantes:

                                    


Orquesta estable:
Bandoneones: Carlos Pazo, Héctor Lettera, Lautaro Greco y Alejandro Prevignano.
Violines: Mauricio Marcelli, José Votti, Lázaro Becker, Juan Bautista Bringas, Andrea Gasparini y Dr. Pablo Chiale (que además es el violín solista en la orquesta dirigida por Carlos Pazo). Viola: Juan de la Cruz Bringas. Violoncello: Myriam Santucci.
Piano: Emiliano Greco. Contrabajo: Gerardo Scaglione. 


El compacto contiene 15 temas. En los primeros ocho la orquesta está dirigida por Carlos Pazo. En los siete restante, la dirige Mauricio Marcelli que además es el violín solista y son suyos los arreglos de los mismos. En uno de los temas: Sueño de juventud, está Nicolás Ledesma al piano, y a su vez Leopoldo Federico es el bandoneón solista en tres de los temas..

                                         
Marcelli y Pazo saludan al final de la presentación del disco


Para ilustrar esta página y aprovechando el regalo de mis amigos Eduardo Sibilin y Carlos -de Flores- (los porteños lucimos como una marca en orillo, el origen barrial), los invito a escuchar tres temas del CD Latidos. Primero, el tango de José Pascual: Arrabal, con dirección y orquestación de Carlos Pazo. Y a continuación, de Ástor Piazzolla: Triunfal. Y para completar, con la participación del cantor Carlos Gari: Mi tango triste de Aníbal Troilo y José María Contursi. En estos dos temas la dirección y  arreglos  son de Mauricio Marcelli, que además es el violín solista.

01- Arrabal - Orq. Todo corazón

09- Triunfal- Orq. Todo corazón

10- Tango triste- Orq. Todo corazón-Carlos Gari



















jueves, 22 de enero de 2015

Enrique Mario Francini

En aquella camada de músicos que vinieron de Zárate, Campana, Rosario, Guaminí, para apuntarse en la familia que sostenía la enorme popularidad del tango, estuvieron algunos como Armando Pontier, Héctor Stamponi, Enrique Mario Francini, Julio Ahumada, Alberto Suárez Villanueva, Emilio Barbato, Antonio Ríos, que descollarían en la gran década del cuarenta, aunque llegaran con muchas ilusiones y pocos recursos económicos.

Por eso se fueron amontonando en la famosa Pensión "La Alegría" de la calle Salta 321, casi esquina Moreno, de Humberto Cerino. A la misma  se subía por una larga y empinada escalera, como recordaba el estupendo bandoneonista Julio Ahumada, dado que estaba en los altos de una casa grande. Y allí se fueron juntando otros músicos llegados de provincia, como Parodi, Trivizi, Howard, Scorticatti y algunos más. Luego se irían diseminando, ingresando en diversas orquestas del momento, unos con mayor fortuna que otros, pero la Pensión los siguió albergando hasta que conseguían posicionarse en una Buenos Aires que crecía vertiginosamente.

                                 
Ya es muy conocido el destino que les correspondió a todos ellos, pero hoy quiero volver con el gordo Francini, un personaje único, excepcional violinista y gran persona, con el cual compartí gratos momentos en Caño 14, especialmente. Allí mantuvimos charlas muy lindas en los intervalos de su actuación junto a Chupita Stamponi, el gran amigo que conocía de Campana y que lo fue hasta su muerte, precisamente en Caño 14, cuando cayó fulminado mientras tocaba el violín junto a él.

El recuerdo más duro, la imagen que no se me borra, es la  que vivimos en el Palco levantado en el camino a Ezeiza, el día que volvió Perón al país, luego de un prolongado exilio. Yo estaba como periodista y Francini llegó con unos músicos del Colón a tocar para la enorme multitud que rodeaba al palco. Y cuando estaban precisamente en plena interpretación, comenzó un brutal tiroteo de uno a otro lado del palco. Ellos estaban en el escenario, expuestos,  y nosotros apoyados en la pared del palco.

Armando Pontier, Enrique Francini y Héctor Stamponi

Nunca me pude olvidar cómo tuvieron que echarse cuerpo a tierra los músicos para que no los alcanzaran los disparos que pasaban sobre ellos y dejaban una estela de terror. Francini abrazado a su violín, de cara al piso, y todavía me parece increíble que hayan podido salvar sus vidas en medio de aquel impresionante tiroteo.Pero hoy no me gusta evocar aquellos momentos de angustia de los cuales nos costó mucho salir y abandonar ese palco donde pensábamos que se iba a disfrutar una gran fiesta popular.

Cuando los dos amigos Francini y Pontier se separaron en 1955,  después de haber gozado de una bien ganada fama con la orquesta que formaron en 1945, al salir de la formación inolvidable de Miguel Caló, tanto al uno como al otro les iría muy bien artísticamente. Francini no paró nunca de trabajar, colaboró con orquestas importantes, y con el Quinteto Real, del cual fue también fundador, viajó tres veces a Japón, donde era  reconocido como un músico excepcional. Francini realmente fue un virtuoso del instrumento y se lo puede considerar como uno de los más grandes dentro del tango, junto a Elvino Vardaro y Simón Bajour.

                                                 
Con el quinteto Real en Japón. Francini está junto a Laurenz y su esposa.

Hoy he estado escuchando a su orquesta de los años cincuenta y realmente es digna de admiración, por el sonido, los arreglos y sus intervenciones. Ahí destacaba el fueye de Julio Ahumada (buenísimo), el piano de su amigo Juan José Paz y otros elementos, además de cantores como Alberto Podestá (eran como hermanos con Francini)  y Roberto Rufino. Es un placer escuchar cómo suena esta orquesta y para compartirlo con ustedes les dejo dos temas.

                                     


El primero es un tango instrumental de Julio Ahumada que no entiendo como no tuvo mayor difusión Se llama El gurí,  y lo grabó el 7 de marzo de 1956. El término gurí, es de origen guaraní y significa muchachito. Y a continuación va Melodía oriental, un tango de Enrique Cadícamo, Roberto Zerrillo y Juan Carlos Howard. Lo llevaron al disco el 3 de abril de 1957 y lo canta Roberto Rufino.

10 - El gurí - Enrique Mario Francini

19- Melodía Oriental- Francini-Rufino





miércoles, 21 de enero de 2015

El Fueye

A raíz de la nota que  publiqué ayer en el blog sobre el binomio Troilo-Grela y los comentarios nostalgiosos sobre la misma y sus integrantes, un amigo de Bahía Blanca me escribe para contarme, que el día anterior, habían pasado en el Canal INCAA TV, el corto titulado  El Fueye", dedicado  al arranque y consagración  de Aníbal Troilo, en una mezcla de ficción y realidad, y su romance con el bandoneón.

Este corto fue filmado en 1999, lo dirigió Gustavo Macri, con la participación de Osvaldo Santoro y María Fiorentino. Este Canal integra el paquete de Televisión Digital Terrestre gratuito, perteneciente al Estado Nacional argentino. Junto con otros cortos, fueron seleccionados, financiados y estrenados por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).

                                           
Aníbal Troilo de niño


Vale la pena disfrutarlo, pues dura apenas 15 minutos. Y así la seguimos con Pichuco que es como deleitarnos con la música grosa. Así que acomoden la osamenta en el sillón y a poner la marcha atrás en el tiempo y vover a gozarlo en  una época maravillosa. Transcurre entre 1920 y 1950, arranca con un gran flashback, y el tango Responso como fondo, para  luego mostrarnos  al chico que descubre el bandoneón.

                                



Pero, si les gustó y se quedan con ganas de un poco más de estas imágenes que nos desbordan emocionalmente a los tangueros, pueden ver también "Fuelle querido". Otro cortometraje , realizado esta vez por Mauricio Berú en 1967, con guión propio, que narra la historia del bandoneón, a través de cinco grandes ejecutantes del instrumento: Pedro Maffia, Pedro Laurenz, Ciriaco Ortiz, Aníbal Troilo y Ástor Piazzolla. La voz de Lautaro Murúa en off sirve de hilo conductor.

Es de 1966 y dura 25 minutos. Por si les da un ataque de tango, preparen unas porciones de pizza y medio litro de buen moscato. Y le damos manivela al ritornello a la belle epòque de nuestro gotán.


                                                       

martes, 20 de enero de 2015

Troilo-Grela

Hoy tengo ganas de escuchar a esa yunta de fueye-guitarra que me hace cosquillas en el cuore, me trae infinidad de recuerdos lindos y de noches con el alma al palo. Porque se complementan bien la viola y el bandola que simpre te dejarán un post gusto maravilloso y ganas de más. De darle máquina a la vitrola, y a la memoria. Y Aníbal Troilo y Roberto Grela compusieron un dúo inolvidable, maravilloso. Por suerte, además de las imágenes que bullen en mi memoria, están las grabaciones que dejaron y que me acompañan en esta matina mientras me cebo unos matecitos.

El manejo de Grela con la guitarra fue casi bandoneonístico por ese fraseo brillante y su gran sensibilidad. En eso se hermanaban perfectamente uno y otro. El silencio que acompañaba sus intervenciones mientras ellos se concentraban cada uno en su instrumento -aunque Roberto lo pispeaba permanente al Gordo-, era increíble. Y cuando terminaban el tema les dábamos la propina de los aplausos y las ovaciones que brotaban espontáneas.

                              

                            
Pichuco se mudaba al paraíso y desde allí, con sus ojos ensoñados, acariciaba los botones del fueye con una ternura increíble y brotaban del mismo unos sonidos hermosos, únicos. Yo no me atrevería a decir que fue el mejor, pero cómo te llegaba al cuore, cómo lo seguías  extasiado, viendo lo que iba extrayendo del instrumento. Él solía repetir que "lo bueno, si breve, dos veces bueno", la célebre frase de Baltasar Gracián. Por eso no alargaba demasiado los temas ni se extendía en fiorituras. Pero cada nota que tocaba era como una cosa mágica.

Y Grela le daba el contrapunto ideal. Se entendían de memoria y creaban como un conjuro intimista. Sus punteos con la púa, y la profundidad de sus bordoneos, alcanzaban también una dimensión emocionante. Pese a ser todo un autodidacto, que tocó siempre a pura intuición, su manejo del instrumento fue excepcional y creó escuela. Como diría el maestro Gobello, hizo de  cada interpretación un pequeño concierto, idea que comparto totalmente.

                                 
El cuarteto Troilo-Grela de los sesenta


El cuarteto que formaron ellos dos con Edmundo Zaldívar en guitarrón y Kicho Díaz en el contrabajo en 1953, fue todo un órdago. Se concertó en 1953 para la obra teatral "El Patio de la morocha", ideado por Cátulo Castillo y en el que Pichuco interpretaba el papel de Eduardo Arolas. La sociedad de Pichuco y Grela se establecía en trabajos a la parrilla, es decir, sin arreglos escritos, beneficiados por el acompañamiento de los otros dos músicos, lo que les permitía a ellos crear a su aire, en los temas que interpretaban, previamente ensayados. Cuando Pichuco tocaba La cachila y Grela lo acompañaba en la guitarra, el público del teatro, entusiasmado pedía bises y atronaba en aplausos.

Troilo-Grela- Báez-Kicho
                                                       
Este cuarteto grabaría entre 1953 y 1955, doce temas para el sello TK, luego puestos nuevamente en circulación por la grabadora Music Hall. Posteriormente y sólo para grabaciones, ingresaron en lugar de Zaldívar y Kicho, Eugenio Pro en contrabajo y Ernesto Baéz en guitarrón. Con esta formación registraron diez temas instrumentales más en 1962.

Ya estoy terminando los mates y los bizcochitos de grasa y también la escucha  de estos fenómenos, por lo cual recreo esta historia hermosa que, por suerte, nos sigue acompañando aunque sea desde el disco. El cerebro, la memoria, las imágenes que desfilan por el mismo, hacen el resto.

                                             

 
 Elijo dos temas, de los diez que grabaron en 1962. En primer término, el tangazo de Troilo y Cadícamo: Pa'que bailen los muchachos (13-9-62). Y a continuación, de Cadícamo (¿vivía escribiendo?) y Eduardo El Chon Pereyra: Madame Ivonne (21-8-62).

Papita p'al loro. 

Pa'que bailen los muchachos- Cuarteto Troilo-Grela

Madame Ivonne - Cuarteto Troilo-Grela.






lunes, 19 de enero de 2015

Aquellos valsecitos

He contado en este blog aquellos momentos tan lindos vividos en mi adolescencia, cuando podía entrar al Almacén y Despacho de bebidas, como se denominaban los boliches que tenían esas dos puertas. Por una se accedía al local donde se vendían los productos típicos que guardaban en sus alacenas las amas de casa (fideos, yerba, sal, querosén, fósforos, bacalao, jabón, fiambres, etc.) y por la otra entrada se accedía al Bar, ese vocablo inglés trasladado al castellano, antes de generalizarlos con el nombre definitivo de Café o Feca, para los muchachos que hablan al vesre (revés).

Discépolo escribió en su tango Cafetín de Buenos Aires esos certeros versos:

"Como una escuela de todas las cosas,
ya de muchacho me diste entre asombros,
el cigarrillo,
la fe en mis sueños
y una esperanza de amor..."

                                             


Para los chicos de entonces, entrar al Café y foguearse junto a los veteranos que hablaban de fútbol, de tango y discutían sobre todas esas cosas vividas, incluida la política, era como un despertar a la asignatura que nos esperaba en la juventud, con la cual soñábamos. Además, ahí estaría la futura barra con la cual aprendería a bailar el tango, a jugar partidos de rompe y raja en los potreros de Soldati, el Bajo Flores o Sarandí, y los calenturientos comentarios posteriores sobre lo sucedido.

Todo eso era el Café por entonces. Un segundo hogar que nos despuntaba además la pasión por el tango. Porque tres o cuatro noches por semana, después del estudio y los deberes, iba a nuestro café donde  solían caer cantores,  guitarreros y fueyes. Incluso en el barrio teníamos a Paquito, que tocaba el fueye de oreja pero se las sabía todas, y lo acompañé junto con alguno más de la barra, a dar serenatas, otra cosa que me encantaba. Y a Carlón, un ciego cafiolo que tocaba el acordeón y andaba siempre con pulseras y collares de oro, que le trajinaban sus pupilas.

                                         


Como mi hermano escuchaba muchos programas tangueros de radio, y además compraba discos, yo tenía la oreja engrasada y cuando llegaban los violeros o algún fueye, les pedía temas que ellos tocaban con ganas y me apuntaba un tanto ante la barra de los mayores. Los valsecitos me los conocía todos, y ellos los sacaban al toque, de memoria. Igual que Paquito sabía todo lo que yo le pedía. Y si no se acordaba bien de alguno, yo se lo tarareaba. Y todo eso me daba chapa en el barrio.

En aquella época los valsecitos se tocaban más lentos pero tenían un sabor añejo maravilloso. Engalaban las fiestas de casamiento, los bailes barriales en en alguna casa del entorno y se les dedicaban también a las novias que lo disfrutaban al pie de su reja -como reza el valsecito-, en la ventana o detrás de la puerta de su casa, anes de dar paso a la comitiva para lo cual tenía que disponer de unas bebidas con las que los visitantes retomaban fuerzas...

                                         


Uno de aquellos inolvidables temas, era Una lágrima, que se lo escuché por primera vez a un trío de guitarras, cuando yo tenía pantalones cortos, y después en la calesita del barrio. Mi hermano lo tenía en el disco que grabó D'Arienzo con su orquesta el 27 de octubre de 1936. Y que sigue adornando las milongas por la fuerza rítmica y evocativa que logra en esa grabación. Me encanta.

El susodicho valsecito le pertenece al bandoneonista de la guardia vieja José Rebolini, un hombre de Boedo que compaginó su actividad musical con el oficio de herrero, de los tantos que había en aquella Buenos Aires, mezcla de ciudad y campo. Por eso lo llamaban también Pepe El herrero, y dirigió sus propios conjuntos, a la vez que  alternó en otros como el del violinista Eugenio Nóbile. Pero siempre estuvo muy aferrado a su barrio y le compuso un tango a su equipo de siempre: San Lorenzo, dedicado al campeón de 1927, con letra de Carlos Pesce, que se anotaba en todas...

                                   
Bailando valsecitos en los patios, como lo pinta Roberto Gatti
              

Las orquestas de Firpo, Canaro, Fresedo o Pacho, al igual que Corsini en los temas con letra, le grabaron algunos de sus temas. Una lágrima fue llevado al disco  por Fresedo, Ciriaco Ortiz con su trío, o Juan Cambareri. Libertad Lamarque lo grabó, con la letra que le pertenece a Juan Durante.

El bandoneonista Luciano Leocata nos deja esta huella de cómo se tocaba antiguamente el bandoneón, y por ende,  los valsecitos, más pausados, devolviéndome a aquella época de sueños y emociones adolescentes. Y D'Arienzo le mete la quinta velocidad para extasiarnos y hacernos volar en la pista con la página de Rebolini.

Atenti!!...

08- Luciano Leocata- Una lágrima - El bandoneón como se tocaba antes.

08- Una lágrima - Juan D'Arienzo






sábado, 17 de enero de 2015

BIEN MILONGA

Como todos los sábados estamos en CASA de ARAGÓN de Madrid dándole cuerda a nuestra afición milonguera. E incluso dictando unas clases antes de ponernos los tarros de baile. Bien Milonga, tanto los sábados como los martes comienza a las 21 hs. y las clases se dan de 20 a 21 hs. previa inscripción.

                            

Según los datos aportados por TangoTecnia, en un informe de 72 páginas realmente importante e ilustrativa, con estudios y análisis realizados en varios países americanos y europeos, en el rubro: Tipo de baile preferido, los resultados son muy claros sobre las preferencias del suelo de la pista donde nos movemos.

Cemento alisado: 2,64%
Cerámica: 4,55%
Mosaico: 8,93%
Piso flotante: 15,79"
Madera: 68;10%

La encuesta también se introduce en las demandas sobre Calefacción y Refrigeración, y en ambos casos son las mujeres lás que más lo demandan como:  

Muy importante/Importante.

Refrigeración:
Mujeres: 55,21%
Hombres: 44,79%

Calefacción:
Mujeres: 56,45%
Hombres: 41,55%

En nuestra milonga damos satisfacción a la mayoría porque bailamos sobre un hermoso y bien cuidado piso de madera y tenemos aparatos de refrigeración y calefacción. Aunque milongueando te calentás rápido con una tandita bien bailada.


Y para iluminar la página, la vemos a la diosa Alejandra Mantiñán bailando con Aoniken Quiroga, el tango de Juan D'Arienzo y Francisco Gorrindo: Paciencia, en San Petersburgo.



                                             

                    

viernes, 16 de enero de 2015

Tanturi-Campos

La dupla Tanturi-Castillo fue todo un bombazo. Es cuando aparece el "Cabeza" cantando en la orquesta y con su estilo bien de barrio y una voz afinada como pocas, va metiendo impacto tras impacto y las grabaciones de la orquesta con este cantor de Mataderos apellidado De Lucca, sirven para alimentar los pies de los bailarines. Y de los tangueros, que, sorprendidos ante ese estilo tan distinto que fue su "marca en el orillo", vivieron sorprendidos y admirados ante el cantor que revolucionó el ambiente por su total desenfado ante los micrófonos.

Curiosamente , tanto el director como el cantor venían de otro tipo de estudios y se habían recibido de médicos. Ambos eran hijos de italianos y nacidos en barrios humildes, ya que Tanturi era de Barracas. Siendo estudiante, Tanturi también se vió atraído por la música, y su hermano que tendría orquesta, lo convenció que estudiara piano y dejara el violín inicial. Ya siendo estudiante, Ricardo había formado con sus propios compañeros una orquesta que llamó Los indios, homenajeando a un equipo de polo que estaba logrando gran popularidad, aunque este deporte no fuese nunca de masas.

                                       
Tanturi-Castillo y la orquesta en Radio El Mundo


Incluso Juan Carlos Thorry que también seguía la misma carrera, fue el primer cantor que tuvo la orquesta estudiantil. Con 19 años, compaginando estudios tan disímiles, Tanturi ya tocaba en radio y animaba bailes modestos de barrio y tocaba en cines y teatros. Diez años más tarde debutaba en el Alvear Palace Hotel y a continuación lo haría en la temporada veraniega del Hotel Carrasco, de Montevideo.

Habían pasado por la orquesta cantores como el citado Thorry o Carlos Ortega, pero la revolución y el salto a los comentarios de la calle llegó con la incorporación de Alberto Castillo. Rompiendo todos los moldes establecidos hasta el momento, desde el año 1939 en que aparece en la orquesta de Tanturi, produce la exaltación colectiva. Por sus gestos desenfadados, el estilo reo, y una voz que resalta los pormenores de los versos, cantando siempre a ritmo, sin salirse de la música nunca.

                                       


El pianista Armando Posadas a quien Tanturi le dejó la resposabilidad del instrumento básico para marcar los tiempos, mientras él dirigía con la batuta, fue decisivo en el el ritmo contagiante y milonguero que alcanzaría la orquesta. Y Castillo fue la puntilla al trabajo colectivo. Era un espectáculo aparte y con su aporte estelar, el conjunto sería número estrella de la radio y batiría records en los bailes de los clubes, desde su ingreso en 1939.

El director de Radio El Mundo, Pablo Osvaldo Valle fue quien le endosó su nuevo nombre artístico. El 8 de diciembre de 1941 graba su primer disco con la orquesta, el vals de Alfredo Pelaia: Recuerdo, que fue el aviso de lo que se venía. Afortundamente, y pese a las disuciones y malos ratos vividos entre ambos porque era difícil pararlo en sus compadrados al Cabeza, llegaron a registrar 43 temas en sociedad. Son los mismos que animan las veladas de cualquier milonga, en los innumerables países donde hoy se baila tango.

                                       


Al convertirse en solista, Castillo dejó un vacío aparentemente imposible de llenar. Tanturi escuchaba a unos y otros consejeros que le aportaban datos sobre cantores y no terminaba de decidirse, porque era muy difícil reemplazar al vocalista que había abierto un camino nuevo, distinto y lo había hecho con un estilo que no existía en plaza. Finamente, luego de darle vueltas al asunto y probar unas cuantas voces, la cosa estaba entre Armando Laborde y Eduardo Ruiz un cantor uruguayo, apellidado en realidad Troncone, al que conocía y recomendaba Alfredo Gobbi.

La selección final, se la encomendaría Tanturi al pianista Manolo Sucher, un rosarino que había pasado por varias orquestas y se especializaba en el acompañamiento de vocalistas de ambos sexos. Laborde grabaría en un acetato con Sucher el tango Margarita Gauthier, de Mora y Nelson, y Ruiz hizo lo mismo con el tango de Expósito y Pontier: Percal. Tanturi finalmente optó por Ruiz, al que le cambiaría el aepllido artístico porque ya estaban Floreal y Ricardo Ruiz, y extrajo de la guía de teléfonos, en la página que abrió al voleo, el apellido Campos.

                               
Taanturi-Campos una dupla que también hizo historia en el tango


Los brillos de la orquesta fueron recuperados de inmediato, porque Campos siendo tan distinto a su antecesor, tenía una voz muy agradable, era musical y sonaba a cercano, familiar. No se parecía a nadie y se impuso de inmediato en el gusto popular. Arranca en el disco con el tango de Leopoldo Díaz Vélez y Luis Porcell: Muchachos comienza la ronda, y el vals de Juan Gatti y Raúl Iglesias: Al pasar. Fue el 4 de agosto de 1943 y el comienzo de una gran etapa que duró tres años y de la quedaron 46 hermosos registros que iluminan las noches milongueras e inyectan melanco al cuore. El 30 de enero de 1946, graba su último tema con la orquesta: Barrio viejo, de Barbieri y Cárdenas, a dúo con Roberto Videla.

Creo que vale la pena reproducir esos dos acetatos en los que se gestaron esa parva de temas posteriores que fueron toda una maravilla para tangueros y milongueros. Podemos escuchar a Armando Laborde y a Enrique Campos, en la prueba final que hizo Tanturi, acompañados por Manolo Sucher al piano

02- Margarita Gauthier- Manuel Sucher- Armando Laborde-

01- Percal- Manuel Sucher-Enrique Campos



jueves, 15 de enero de 2015

Médico insigne y violinista

El doctor argentino Pablo Chiale, destacado miembro del Comité de Arritmias de FAC, reconocido mundialmente en arritmias cardíacas de larga trayectoria y pionero de la electrofisiología, falleció el 20  de septiembre de 2014 y su fallecimiento provocó infinidad de mensajes de reconocimiento de muchos países, a toda su trayectoria profesional que sirvió para salvar y alargar  numerosas vidas y para transmitir las ensañanzas a sus muchos alumnos. Pero también su muerte fue muy sentida en el mundo del tango, ya que era muy buen violinista y actuó en varios conjuntos.

Su colega argentino Adrián Baranchuk, afamado cardiólogo residente en Kingston (Ontario), Canadá, nos narra un encuentro entre tangueros amigos y médicos  que homenajeron precisamente a los doctores Pablo Chiale y Marcelo Elizari.

                                                 
El destacado médico e investigador Pablo Chiale en una conferencia


-La conjunción de estas dos mentes brillantes, agudas, filosas, incisivas dio origen a una catarata impensable de obras maestras de la electrofisiología. Algunas ya fueron mencionadas más arriba, otras, como la teoría inmunológica de la taquicardia sinusal inapropiada o como la teoría de la cresta neural para explicar el Síndrome de Brugada, son dignas (y así lo creo) de quedar en los anales de los descubrimientos médicos más relevantes de nuestra especialidad.
Tanto Pablo como Marcelo gozan de prestigio internacional. Tuve la oportunidad, en Noviembre del 2011, con motivo del 50º Aniversario del Curso de Bayes de Luna en Barcelona, de ver lo que ellos representan en la arena internacional. Como se los escucha y respeta. Como se consideran sus opiniones.
Y además, pude conocer a dos argentinos que no olvidan sus raíces, que no reniegan del barrio, del adoquín, de la vieja, del asado. Son argentinos hasta la médula, y defienden la argentinidad en cada oportunidad que se les presenta.
A todos aquellos que tengan la oportunidad de conocerlos, a los privilegiados que todavía trabajan junto a ellos, por favor, acepten este humilde consejo: “Háganlos hablar, escúchenlos y graben lo que digan”. Esas palabras pueden transformarse en la pieza fundamental de sus carreras. Pueden servirles de guía cuando se desorienten. Pueden darles las fuerzas que sientan que han perdido, cuando llegue el tiempo de la frustración (a todos nos llega, de vez en cuando).
No se dejen perturbar por un grito, o un improperio. Eso se lo lleva el viento.
Escuchen el zumbido de sus neuronas cuando las ponen en funcionamiento.

                                               
El doctor Chiale toca el violín (1º de la derecha) en la orquesta Todo corazón


Un almuerzo mágico

Pablo y Marcelo me llevaron a comer al Centro Vasco-Francés. Fue el marco ideal para lo que iba a suceder. Entre pescados y vino blanco, ambos hablaron sobre ellos, sus vidas, sus recuerdos, sus añoranzas de jóvenes. Se habló de QRS, de conducciones decrementales, de bloqueos en fase.
A través de la luz tenue, vi algo por primera vez en mi vida, algo que no creía que fuera posible. Aunque no lo crean, mientras Marcelo y Pablo rememoraban una anécdota de un Congreso en no sé donde, se materializó la pasión. Ahí, entre espinas de Abadejo y Torrontés de Mendoza, se hizo presente la pasión, casi religiosa, pero agnóstica a la vez. Pude tocarla con la yema de los dedos. Era suave pero firme, e invitaba a moldearla. Tenía materia y volumen, pero no se dejaba abarcar. Me distraje de la conversación, y creo que ellos lo notaron.
Me dije: “aflojale al vinito Adriancito…”
Y volvió a suceder
Luego del almuerzo y la alucinación táctil y visual, Pablo me invitó al AADI (la Asociación Argentina de Intérpretes Musicales) que preside el increíble Leopoldo Federico, uno de los bandoneonistas vivos más importantes del mundo, si no el mejor. Para homenajearme, el Secretario del AADI, el Sr. Horacio Malvicino, vino también a mi encuentro, En menos de cinco minutos, Federico, Malvicino, Chiale y yo, sentados cómodamente, en la oficina del “jefe” charlamos sobre música, arritmias (ritmos), recuerdos de infancia y futuro. No había prisa, el tiempo en modo real parecía suspendido, y por una grieta virtual, estos hombres sabios compartieron conmigo sus secretos.
¡¡¡Cuanto más se aprende escuchando que hablando!!!
Pablo, en su dual rol de músico y electrofisiólogo ofició de guía, y cuando por fin entendí los códigos (la falta de códigos) pude entreverarme con estos hombres de música y transportarme a su tiempo, su ritmo…

¡¡Se te enfría la sopa!!

Quiero compartir esta anécdota y guiarlos por la vía donde esta historia se juntó con la mía, con la de Pablo o Marcelo; o con la de muchos que puedan estar leyendo (todavía) esta nota.
Pablo le pregunta al maestro Federico:Diga Maestro, ¿Cuántas horas estudiaba Ud. de pibe? ¿Siete, ocho?”
Leopoldo se frota la barbilla y responde: No, yo creo que menos. Cuando estaba en quinto o sexto grado, volvía del colegio, tomaba la leche y me ponía a estudiar, escalas, arpegios, armonías. A eso de las 8 y media de la noche, mi mamá me gritaba desde la cocina: ‘¡¡¡Leopoldo, vení a comer que se te enfría la sopa!!’
“Yo seguía tocando”, recuerda Federico, “Pero a la tercera vez que mi vieja me gritaba: ‘¡¡¡Leopoldo, vení inmediatamente que se te enfría la sopa!!!’, yo sabia que era un ultimátum, que en breve vendría chancleta en mano para obligarme a sentarme en la mesa familiar. Así que no quedaba más remedio, iba y me sentaba a tomar la sopa.
“Se escuchaba la radio, se hablaba del día, de las noticias. Lo mismo que en cualquier mesa familiar.” - Mientras tomaba la sopa siguiendo el ritmo de las cucharas golpear contra el plato -rememora Federico-, seguía pensando en la digitación. “Pensaba que pasaría si exploro esa armonía, y la construía en mi cabeza. Tomaba toda la sopa, sin poder dejar de pensar en el efecto armónico de moverme más acá o más allá en el teclado del bandoneón”.
Yo escuché, de la boca de Leopoldo Federico, esta historia. Y me pegó tan fuerte que tuve que contener las lágrimas. Volví, por segunda vez en el día (y no seria la última) a sentir la materialización de la pasión. Un chico de diez u once años, con sus pantaloncitos cortos, las rodillas raspadas del fulbito en la escuela, con el fuelle mordiéndole las piernas, no pudiendo parar ni siquiera un minuto para tomar su sopa. Pasión.

                                                   
Chiale toca el violín  en un cuarteto con Federico, Cabarcos y Ledesma
 

“Ponele mugre, Malveta”

Yo me sentía un intruso, como un tipo que se filtra en una casa de religión sin saber todavía si comulga o no con esa fe.
Pero había más.
Horacio “Malveta” Malvicino no quería que yo me fuera sin pasar por su oficina. Al entrar, sobre un sillón destartalado, su guitarra de siempre. Esa con la que lo vi tocar mil veces, ahí, desenfundada, recién tocada, aún caliente. Sobre su escritorio, pentagramas y un lápiz. Miles de notas bailando sobre el papel.
Me animo: “Maestro, ¿está componiendo o arreglando? ‘Estoy escribiendo una Zamba para Saravia (de los Chalchaleros). Está medio chacabuco, y quiero estar seguro que tenga su canción, por las dudas, ¿viste?’”
Pensé, ‘así se despiden los amigos’ con música, con canción. Me pregunté como me despedirán a mí. ¿Escribirán un “memorial” en una revista de mediano impacto? ¿Citarán mis papers, dirán: ‘ante todo fue una gran persona’? ¿Alguien leerá lo que he escrito?
Pero Malveta me volvió al presente. Quería mostrarme algunas fotos suyas, como quien comparte ese tesoro personal, junto a Coltrane, Sinatra, Liza Minelli, y su adorado Astor Piazzolla.
Así, de parados me dice: “Adriancito, cuando Astor componía un tema, me lo pasaba y me decía ‘Malveta, ponele mugre’!. ¿Sabe lo que quería decir Astor con eso? ¡¡¡Que le pusiera calle, que le pusiera Buenos Aires a su música…!!!”
Tenía poco tiempo, y no pude decirle a Malveta, que cuando voy manejando por las calles de Kingston, en Canadá, y escucho a Astor en la radio, lloro. Lloro como un chico, porque me recuerda mi barrio de Flores, no al de hoy, sino el de mi infancia, los ruidos de mi infancia, la mugre de mi infancia… Yo no sabia, que esa “mugre”, la creaba Don Horacio “Malveta” Malvicino, y yo lo tenía, paradito, ahí delante mío, mostrándome sus tesoros.
Y me dejó pensando lo importante de ponerle mugre a lo que hacemos. Ponerle lo nuestro, lo que hemos mamado de chicos, lo que es irremplazable de cada uno. Y al mismo tiempo, para los argentinos, ponerle argentinidad a lo que hacemos, tal vez, que los demás en el mundo, encuentren su lugar vivenciando el nuestro.
Porque hoy el mundo se achicó, todo está al alcance de un botón. Todo puede tenerse o soñarse ya. No hace falta esperar que llegue la carta del pariente lejano, esa mística se terminó.
Por eso, me parece tan importante ponerle mugre a lo que hago, para reavivar esa llama del misterio, lo impredecible, la búsqueda.

Final

Es un privilegio ser médico. Es un privilegio invertir la vida en ayudar a los demás. Es un privilegio vivir de la pasión, sumergirnos en la pasión, dejarnos arrastrar por ella.
Esta nota, cuando la releo, está desordenada, y mi mente está a punto de jugarme una mala pasada. El desorden me pone en jaque, me inquieta, me incomoda.
Creo que debo borrarla y empezarla de nuevo.
¿Qué tengo yo que ponerme a hablar de la pasión, de los dúos dinámicos argentinos, de Leopoldo y Malvicino, de la sopa fría y la mugre?
Si yo estudié para entender el QRS, los nuevos anticoagulantes y las indicaciones de los marcapasos.
Sí, mejor cierro la compu, y que el archivo se borre solo. Una muerte sin dolor.
Yo mejor me dedico a lo mío, y dejo a los músicos con sus musas, a los escritores con su dolor, a los pensadores con sus tretas.
Mañana lo llamo a Chiale y le digo que mejor no escribo esa nota sobre la pasión. Que fue una mala idea. Que mejor le mando una revisión sistemática sobre factor natriurético auricular en la fibrilación auricular. Que eso pega más, que es más acorde con el perfil de su revista.
Él seguro me va a entender.
                                                                                Adrián Baranchuk  - Marzo de 2013

                            
Carlos Gari y el Dr. Chiale con los guitarristas Caruso-Martel

Es muy importante leer estas cosas para rebobinar mejor nuestros recuerdos, nuestro presente y comprender lo que importa para la vida de los demás los estudios y sacrificios de estas personas. Pero volvamos al recordado Pablo Chiale, que aparte de ser un notable investigador y médico del corazón, tuvo tiempo para estudiar el violín y destacarse en su ejecución con varias orquestas típicas en su juventud. Él mismo recordaba que su día más feliz de la semana, eran los sábados "cuando me llamaban de reemplazo para alguna orquesta". Con el músico Juan Carlos Bringas formaron la orquesta Todo corazón, que grabó dos discos. Intervino el propio Chiale como violín solista y otros destacados como Mauricio Marcelli, Carlos Pazo, José Vottti, Lázaro Becker, Lautaro Greco, Alejandro Prevignano, Andrea Gasparini, Héctor Lettera, Octavio Scaglione. La orquesta la dirigieron Carloss Pazo y Mauricio Marcelli, y la organizaron con una finalidad solidaria, colaborar con la tarea de dos entidades de bien público - Fundación de Ayuda al Enfermo Cardiovascular y Fundación de Investigadores cardiológicas Einthoven. 

Era muy amigo de Leopoldo Federico -a quien además atendía- y éste también  lo invitó en un recital.

Y lo hace subir al escenario para tocar el tango de Federico "Éramos tan jóvenes", en el cuarteto que completaban el propio Federico, Nicolás Ledesma y Horacio Cabarcos. Ocurrió en 2012.