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viernes, 29 de noviembre de 2013

Alejandra Mantiñán

Los milongueros necesitamos, aparte de bailar permanentemente para tener aceitadas las tabas y sentir esa emoción que se escenifica cuando el ritmo de la orquesta nos calienta el cuore y los remos, ver a los buenos bailarines, a los grandes, a los que marcan época, en acción.

Hce poco lo veíamos en este blog a Miguel Ángel Zotto, el gran referente entre los maestros, junto a su compañera Dayana, demostrando que no sólo sigue manteniendo el gran nivel que lo consagró, sino que siempre aporta ese "poquito más" que caracteriza a los grandes.

Entre las damas que iluminan los escenarios y las pistas, si bien es cierto que hay muchas de grandes calidades, sigo pensando que Alejandra Mantiñán es una elegida, alguien que marca época por sus maravillosas dotes artísticas e interpretativas.

                                     

A veces, hasta da la sensación de que algunos de sus compañeros de baile, le quedan chicos, como si limitaran su vuelo. Aunque esta impresión seguramente sea injusta porque la acompañan muy buenos bailarines, pero, es como si ella necesitara rienda larga de su jinete, como los grandes caballos de carrera que no soportan el freno y quieren volar en la pista, y pido perdón por la metáfora.

                                 


La veo permanentemente y comprendo que no es fácil estar a su altura, o quizás es una cuestión de práctica y acostumbramiento a los movimientos en pareja por parte de sus acompañantes, que suelen ser distintos, porque no tiene una pareja fija, y quizás ahí resida el quid de la cuestión.

Ha recorrido el mundo durante 3 años con el Sexteto Mayor, luego con el espectáculo Tango argentino, visitó más de 400 ciudades, y hoy, independizada, tiene una escuela en Roma con casi 400 alumnos y dos en Alemania. Alejandra no tiene límites y sigue creciendo.

                                         


Los invito a verla junto al notable Filipo Avignonesi exhibiéndose en San Petersburgo (Rusia), bailando el vals de Rosita Melo,  Desde el alma, por la orquesta de Osvaldo Pugliese, en un recinto estrecho.


                                         

Y a continuación, en este tango Mandria, por Juan D'Arienzo y la voz de Alberto Echagüe.

                                            
                      

jueves, 28 de noviembre de 2013

Qué noche

 Esta madrugada cayó la primera nevadita madrileña y aunque durante la mañana, el sol consiguió desdibujarla, desde mi ventana alcanzo a ver la sierra de Madrid que está rebosante de nieve. Como este fenómeno meteorológico no es muy común  en el centro de la Capital de España, siempre llama la atención, por más que a pocos kilómetros, y siempre dentro de Madrid, haya centros de esquí en Navacerrada, por ejemplo.

Al principio, me llamaba la atención, como le pasó a Agustín Bardi, cuando fue testigo de la histórica nevada que aterrizó en Buenos Aires en el año 1918. Más concretamente, el 22 de junio. Lo cierto es que una nevada en Buenos Aires resulta casi imposible de creer, pero sucedió. Ese día el Chino Bardi había ido con dos amigos al Hipódromo de La Plata, en un coche Ford a bigotes, que eran los que se usaban por entonces. A la salida del hipódromo, decidieron parar a cenar en una Parrilla que ya por entonces estaban instaladas en la entrada a la Capital de la Provincia de Buenos Aires.

Agustín Bardi

Se les fue haciendo tarde con la comida y la charla, y en el regreso, el coche se les paró a la altura del Parque Pereyra Iraola. Intentaron una y otra vez, con aquellas manivelas de antaño, pero no hubo caso. Y salieron a buscar auxilio en alguna parte. Entre tanto a Bardi, dentro del coche,  le rondaban unas notas por la cabeza, y mientras veía caer la nieve, asombrado por las circunstancias y la novedad, tarareaba esas notas que le daban vueltas en la cabeza.

A la semana siguiente le hizo escuchar a su vecino y amigo del barrio de Barracas, Eduardo Arolas, el tema que había ya germinado. Estaban en un Café de la zona y lo tocó al piano. El diagnóstico del Tigre del fueye fue instántaneo: "¡Es buenazo, ché...!".


Y cuando hablaron del título del tango, el Chino Bardi, le dijo que aún no lo tenía decidido. Ya Arolas había escuchado la narración de la anécdota y de cómo le surgieron esos compases durante la aquella de la aventura en la nieve, entonces espontáneamente le soltó: "Ponele Qué noche..., así de paso recordás la nevada...". Y al vuelo agarró la sugerencia Agustín y tituló con dicho nombre, ese tango que es uno de los tantos que inmortalizaron a este hombre bajito, de grandes bigotazos, y creador de una obra maravillosa en forma de tango.
                                               
                                               


Lo han grabado numerosas orquestas y hoy lo traigo al blog en dos versiones, la de Roberto Firpo con su orquesta, registrada en 1930, con el increíble agregado de unas guitarras que irrumpen en medio del tema musical. Ya lo había registrado el año de la creación del tango, en 1918. Y la primera grabación que realizara del mismo, Juan D´'Arienzo, el 5 de marzo de 1937.

Qué noche - Roberto Firpo

084- Qué Noche - Juan D'Arienzo


martes, 26 de noviembre de 2013

Buenos Aires

Para nosotros es una ciudad casi mágica. Los que la hemos recorrido a fondo, los que la vivimos en las buenas y en las malas, nunca dejaremos de quererla. Allá quedó todo nuestro aprendizaje de vida, los maestros, la barra compañera con ese sentido de la amistad tan porteño, los libros de nuestros celebrados literatos, los tangos escuchados y bailados,  esas imágenes que están grabadas en nuestras retinas, de un final cabeza a cabeza en el Hipódromo de Palermo, de un gol inmortal de Bochini, de aquellas gambetas de potrero, de Pichuco acariciando el fueye, las primeras aventuras en la milonga o en el centro.

                       


Aunque las autoridades municipales sucesivas la hayan dejado partir en pedazos, siempre tienen sus baldosas un recuerdo íntimo. Esos cafés que encierran la filosofía del porteño, a veces amarga, discepoleana, pero otras veces jocunda como la verborragia de Tato Bores, o la cáustica de Pepe Arias.
                                                   


El tango le ha dedicado infinidad de temas musicales, con versos o intrumentales. Pocas ciudades del mundo tienen tamaña discoteca con sentido de querencia, de compinchería, de nostalgia. Quizás el mayor acierto haya sido el de Manuel Romero, en su tango que se llama Buenos Aires, precisamente, que lleva música del catalán Manuel Jovés. y la cual el "gallego" Romero la bautiza definitivamente como La Reina del Plata.

Buenos Aires, cual a una querida 
si estás lejos, mejor hay que amarte...
                                      

Hoy no resisto la tentación de ofrecerles la plegaria que le dedicara ese pedazo de poeta que es Héctor Negro y que me parece realmente hermosa.

Plegaria para Buenos Aires

  Ciudad nuestra que estás en el Plata.
  (Pero más en nuestros corazones).
  Enarbolado sea tu nombre.
  Venga a nos el tu tango.
  Hágase tu voluntad
  así en el Centro como en los barrios.
  El tango nuestro de cada día, dánosle hoy
  y perdona nuestras melancolías
  así como nosotros perdonamos
  a nuestros desmemoriados.
  Y no nos dejes caer en la sinrazón.
  Más líbranos de tus sinrazones.
  Amén.

                          Héctor Negro

Y de la infinidad de tangos, valsecitos y milongas dedicados a nuestra querida ciudad mágica, extraigo un par de ellos para iluminar la página y los cuores exiliados.

Por la orquesta de Miguel Caló cantando el gran Raúl Berón, el tango de Alberto Suárez Villanueva y Oscar Rubens (Rubistein): Lejos de Buenos Aires, grabado el 29 de julio de 1942. Y por Osvaldo Pugliese y su orquesta, el tango instrumental de Emilio Balcarce: Mi lejana Buenos Aires, registrado en setiembre de 1966, que la recuerda lontanamente desde aquella gira por Japón.

Lejos de Buenos Aires- Miguel Caló-Raúl Berón

Mi lejana Buenos Aires - Osvaldo Pugliese


lunes, 25 de noviembre de 2013

El Tigre Millán

Muchas versiones han corrido sobre la personalidad del hombre que refleja en su tango, Francisco Canaro. Los guapos u hombres de acción, han sido hasta admirados por Jorge Luis Borges, que ha escrito imborrables páginas sobre algunos de ellos. En Argentina se le endilga el mote de guapo, al que se juega en todo momento, al que desafía las grandes dificultades, al que no le teme al riesgo ni a la pelea en inferioridad de condiciones. Normalmente en España, el adjetivo ya fuere masculino o femenino, se dedica coloquialmente a los bellos y bellas.

Francisco Canaro estrenó este tango en la comedia musical "La canción de los barrrios", que se pudo ver en el Teatro Sarmiento -desaparecido en 1937 para la construcción de la Avenida 9 de Julio-, el 17 de marzo de 1934. junto a otro lote de temas. Lo grabó ese mismo año, el 22 de mayo, con la voz de Ernesto Famá en los versos. Incorrectamente aparece en los créditos iniciales del mismo Ivo Pelay como coautor del tema, pero la confusión se origina en el hecho de que Pelay era autor del libro de la comedia, junto a Canaro, no sólo en ésta sino en muchas más que firmó con Pirincho.

                                       

Hace muchos años se repasaba por radio la historia de los guapos que alberga la mitología porteña. El autor de las novelitas era un anticuario que conocí porque me aceptó para competir en un famoso concurso de preguntas y respuestas por Televisión, sobre la historia del tango. Y entre otras me contó la historia de El Tigre Millán, que olvidé rápidamente.

                                   
D'Arienzo y Canaro en Montevideo

Desde entonces han surgido varias versiones sobre la personalidad real del Tigre, y ya sabemos que la leyenda y el boca a boca en estos casos aguzan la imaginación de mucha gente. Conozco varias versiones del tema que Canaro jamás se esforzó en desmentir, caso contrario, perdería su condición de misterio y de mito. Cuantas más historias al respecto, mayor es su repercusión, al margen de que el tango tiene un gancho bárbaro y la interpretación de D'Arienzo, con Alberto Reynal, Alberto Echagüe o Mario Bustos en 1940, 1952, y 1958, respectivamente fueron todos golazos y los sigo bailando en las pistas.

                                                   


Mi amigo Gabriel Laurino, que pisoteó las mismas baldosas que yo, en los confines de Parque Patricios y Pompeya, me recuerda al respecto, la historia que le contó su abuelo.

-Los personajes de esta anécdota son dos: por un lado mi abuelo materno, oriundo de Fermoselle , Castilla La vieja (Municipio de Zamora - Hoy Comunidad de Castilla y León), aparecido por estas latitudes allá por los primeros  años del siglo pasado, creo que entre 1906 y 1908.
Fue el pionero de los coches a caballo como vehículo de transporte de la vieja Buenos Aires. Posteriormente, junto con un coterráneo y otros inmigrantes, crearon los primeros automóviles taxímetros.Vivía mi abuelo por esos tiempos en Valentín Alsina, cruzando el Puente que inmortalizara Tagle Lara en ese hermoso tango cantado por Jorge Vidal.

-El otro personaje: "El Tigre Millán" nombrado en el tango homónimo, que no era bastante morocho, ni picado de viruela, ni tampoco tenía el pelo lo mismo que mota, como lo describe el tango. El Tigre era (según mi abuelo Ángel Santos Guerra Mayor), rubio, de ojos celestes y muy pintón. Tenía éste una parada de diarios en la esquina de Avenida Roca y Avenida Sáenz, y era bravo.
Paraba el coche Ford negro cuadrado del comisario y le gritaba desde adentro del auto:"Tirame el dario", y Millán le respondía "Primero tire usted los cinco guitas".

-Nos comentaba Don Ángel a hijos y nietos en la sobremesa familiar, que más de una vez cuando él pasaba con su Hudson Terraplán -coche tipo remise con dos asientos rebatibles detrás de los del conductor-, el Tigre entraba al vehículo y tirándose en el piso le decía, apurándolo:

-Gallego, ¡rajá, no parés hasta cruzar el puente que me sigue la yuta (policía)...

-Al Tigre lo mataron los dos hermanos de una chica que salía con él, según mi abuelo. Subía como de costumbre en el tranvía 9, por la parted delantera del mismo voceando los periódicos, y descendía por la trasera, como se usaba en aquella época.

-Allí lo esperaron aquella mañana fatal los candidatos a cuñados y lo mataron de tres balazos, cuando se tiraba del tranvía con sus periódicos.

Real o deformada oralmente, es una historia más que se agrega al mito del Tigre Millán, y que como todo lo que tocó Canaro, produjo jugosísimos dividendos. En todo caso, una mancha más , ¿qué le hace al Tigre? Incluso en  Valentín Alsina le han hecho un monumento en aluminio, obra de José Pereda un escultor nacido en Madrid en 1948 y radicado en ese partido de Lanús.  

                                                           
El Monumento al Tigre Millán en la bajada del Puente Alsina

Podemos escucharlo y recordarlo en la versión que grabara  Juan D'Arienzo con Alberto Reynal del 22 de agosto de 1940. Bien milonguero por cierto.

127- El Tigre Millán - D'Arienzo-Alberto Reynal


domingo, 24 de noviembre de 2013

El Gardel de la pista

Miguel Ángel Zotto, reconocido mundialmente por las giras con sus diversos espectáculos, continúa en la brecha con su idea de mostrar la belleza del tango, "que es arte y es cultura" como sentencia con toda razón. Los años transcurridos, la lucha continua, su afán por mejorar cada día y mostrar lo mejor del tango en las pistas, su unión con Daiana Gúspero, las mellizas que alegraron su vida y su hogar, constituyen para él un acicate.
                                                 
                               
Miguel Ángel y Daiana

Y aunque hay infinidad de parejas de todas las procedencias trabajando en este méttier, su nombre sigue sonando como lo que es: un grande. Un profesional entregado totalmente a la causa y con inquietudes permanentes. Tiene su propia Escuela de baile en Milan, su tienda de ropa milonguera en el porteño barrio de Palermo, su espectáculo Tangox2 y acude a los estupendos festivales que lo contratan.

                                       


En el último Mundial de tango celebrado en Buenos Aires, sus compañeros de profesión le rindieron un merecido homenaje junto a  Daiana, por su enorme trayectoria, el respeto y la fama que ha sabido ganarse por su talento y su enorme profesionalidad y entrega. Es un embajador permanente del tango y de la cultura argentina y merece todos los reconocimientos que pueden y deben hacérsele.

Con Miguel me une una larga amistad y ha sido el prologuista de mi libro: La llamada del tango - Una danza mágica. Por ello celebro especialmente todos sus éxitos de artista y de vida. Pero además lo admiro poque ha sabido entregarse en cuerpo y alma a esta patriada y el resultado está a la vista.

Le dediqué estos versos lunfas que en el idioma que también nos une como porteños.



VERSOS MILONGUEROS A LA GURDA

(Al troesma Miguel Ángel Zotto)                          


                                                                

Tayó en el rioba tangamente de potrillo
gardeleando a rockeritas suburbiales
con el fraguinche destino de su estirpe.

Se bardeó con las musas cachafazas
troileándose de zurda en la vitrola
empuglieseando su cuore hasta las bolas
y manijeando el esquecho en la viaraza.
Lo acompaña el mate amargo mancebado
en la sera del estrunge pensamiento;
el berretín fue del bobo el linimento
que una cheno lo orlará de marqués enmilongado.

Y s’espira, de pogua, carancanfunfa 
de gomina y sonrisa, bien carrozado
a estremecidos pisos muy fanguyados
en donde, senza esparo, su estampa triunfa.

El guiye que lo copa es la milonga                                                 
y larga sarpado de sabia ferramenta:
un mancuse de ley, minga de mentas,
con carpuza, embrocando en meta y ponga
el fratacho  de leifes  canyengueros,
el orsay de pecoraras mucangueros
yirando con namusas volatriches;
La salmodia lo empúa y el pastiche                                             
lo encurda de emociones y lo estara
pa’siempre en las trasnoches, en boliches,
contraseña  pa’que al tango a la gurda lo yugara.

La rante escuela de su antaña shomería
Le sella hoy el universo manyamiento:
Poniendo la percha, los quimbos y el talento
y milongueando en ritual porteñería
no tiene emparde en proscenio ni en la pista;
con la sofaifa entefrén, yumbear purista,
camina, -troesma total- y es chacamento. 


Y acá podemos verlo en esta condición, bailando la milonga de Graciano de Leone: Reliquias porteñas, en Amsterdam, Holanda, el pasado año, junto a su compañera de vida y de arte, Daiana Gúspero, con el conjunto holandés Solo Tango. Una exhibición que me alegra aún más este domingo madrileño pleno de sol.


                            





                                                                                 


viernes, 22 de noviembre de 2013

Quiero verte una vez más

Este tango es uno más de la saga de temas que recuerdan el increíble romance de José María Contursi y Grisel. Una belleza para la cual no pasa el tiempo, y por el contrario, el romanticismo de las letras de ese poeta mayúsculo que escribía en primera persona sus historias imborrables, nos aferran a alguna peripecia amorosa que cualquiera de nosotros o un amigo, pueda haber vivido.

Este tango lo compuso Mario Canaro durante su estancia en París en 1930, y reflejando el atuendo que usaban en algunas de su presentaciones, lo tituló Viejo gaucho.

                                               

Lo registró incluso allí su hermano Rafael con la voz de Luis Scanlon, un cantor de La Plata que viajó a Europa, donde se radicaría varios años, con el trío Carlos Spaventa-Morales-Scanlon.  En la década del veinte cantó y grabó con Francisco Canaro, y radicado en Francia hasta su muerte (1904-1985), actuó con las orquestas de Rafael Canaro, La Típica Argentina  Bachicha, y también cantó con las de Brodman-Alfaro, Orquesta Tipica Francisco Alonghi, y fue solista con guitarras y con su sexteto. 

                                       


En 1939, el Catunga Contursi, estaba alejado de Grisel (Susana Gricel Viganó), a quien conoció en 1934, cuando ella viajó a Buenos Aires acompañando a las hermanas Nelly y Gori Omar. El apolíneo locutor y poeta tenía 23 años y la bella muchachita rubia, apenas 14. 

La historia dirá que viven un romance apasionado, pero él se casa con su novia de entonces, Alina Zárate, con la cual tendrá 4 hijos, y ella a su vez en Córdoba, después de ganar varios concursos de belleza, también se casa con un cordobés. A ese amor y a ese alejamiento, el tango le debe páginas maravillosas, que arrancan precisamente con Gricel, realizado por el Catunga con Mariano Mores.

                           
José María Contursi y Gricel
            

Se ven un par de veces durante esos años, pero la vida los ha separado y Contursi escribe esas bellezas: Cada vez que me recuerdes, Al verla pasar, Garras, Si de mí te has olvidado, Tabaco, Mi tango triste, Tu piel de jazmín, Cristal, Sin lágrimas, Esta noche de copas, Lluvia sobre el mar, Y la perdí, Vieja amiga, Tú, Por calles muertas, Sombras nada más, Claveles blancos, Despojos, Un alma buena, y una borrachera de temas donde llora su corazón sobre el papel, para que diversos músicos lo trasladen luego a las partituras que engrosarán los atriles de todas las orquestas típicas, e anche piú.

Cuando escuchó el tango Viejo gaucho, corría el año 1939, y esa música le produjo una enorme sensación de tristeza. Y entonces escribió los versos que cantarían tantos boleristas, después de escucharlo en la voz de Libertad Lamarque que lo canta en la película Otra primavera, estrenada en México en 1950.  Contursi le pasa la letra a Francisco Canaro para que se la haga llegar a su hermano y Mario, que era contrabajista, bandoneonista y violinista, y había aprovechado su estancia en Europa para perfeccionarse en Bruselas,  acepta encantado el cambiaso, con el fin de que el tango reverdezca y alcance nuevas metas, gracias a esos versos desesperadamente románticos.

Tarde que me invita a conversar
con los recuerdos,
pena de esperarte y de llorar
en este encierro...


Vale la pena recordar, que entre otro puñado de composiciones felices, Mario, el menor de la troupe de los Canaro, fue autor de Oigo tu voz con Francisco García Jiménez, Recuerdos de París con Carmelo Santiago, y El cielo y tú, con Héctor Marcó. También hizo temas en francés.

                                           


Francisco Canaro lo registraría el 2 de octubre de 1961,  con la voz de otro cantor que también se radicó luego en Francia: Ernesto Rondó (Ernesto Víctor Pieroni). Había nacido en Rafaela y falleció en París. Antes Pirincho lo había dejado grabado en forma instrumental. Hay infinidad de registros de este tango, algunos impresionantes como el  de Jorge Falcón. Yo les dejo el original: Viejo Gaucho, por Rafael Canaro con la voz de Luis Scanlon, y la escena de la película en que lo canta Libertad Lamarque acompañada por la orquesta de su esposo Alfredo Malerba, con quien lo grabó también el 16 de octubre de 1946. 

01- Viejo gaucho- Rafael Canaro-Luis Scanlon 






miércoles, 20 de noviembre de 2013

El Vasco Aín

Forma parte del grupo de bailarines legendarios que aportaron al tango figuras, posturas y anécdotas suficientes como para instalarse en el altar de los elegidos. Y recordados. Lo mismo que sucede con aquellos músicos fundacionales que pautaron esta música que supo conquistar el mundo.

De acuerdo a todos los datos recogidos, Casimiro Aín, cuyas tres letras del apellido constituyen un sufijo muy frecuente entre los vascos, fue apodado inicialmente El Lecherito, por herencia paterna. En aquellos lejanos días, los inmigrantes españoles en general se orientaban laboralmente en distintas ramas. Los vascos fueron pioneros en tambos y como repartidores de leche.

                                                   


A través de mi amigo Gabriel Laurino, pude contactar con la nieta del Vasco  -Mercedes-, quien me contaba que ella y su padre (el hijo del bailarín), trabajaron de magos animando fiestas infantiles, en las que ella hacía de ayudante, en los barrios de Parque Patricios y Pompeya. También el mentado Casimiro Aín supo moverse en el ambiente circense de Frank Brown moviéndose al compás de los ritmos en boga, en su época: la maxixa, el one-stop, mazurka y demás músicas. Era cuando alternaba su afición, con el trabajo de repartir leche, porque el baile del tango no estaba aún establecido como profesión.

Aín y su compañera Edith Peggy
La anécdota, o el hecho que lo instaló en la historia, fue su presunta exhibición ante el Papa. Abel Posse, escritor y diplomático, que fue cónsul general en Venecia, Director del Centro Cultural Argentino en París, y embajador en distintos países, narra el encuentro de Aín con el Papa, en forma un tanto novelada pero, con aires de ficción y ciertos atisbos de realidad, como puede leerse.

                                   
-Los archivos de la Cancillería argentina y de la Secretaría de Estado vaticana conservan los detalles de aquellos curiosos hechos o pericias. Reconstruyámoslos. A las 9 de la mañana del 1º de febrero de 1924, Casimiro Aín (el Vasco o el lecherito), pálido y seguramente un poco aterido (invierno), sale del hotelito de la via Torino que le reservó la Embajada y sube a un taxi. Lleva una modesta valija con los elementos esenciales: botines abotonados, pantalón de fantasía con trencilla, chaqueta negra con vivos, pañuelo al cuello, o lengue de seda japonesa y un puñal de madera que le parecerá conveniente no agregar al atuendo. Lleva puesto el invariable chambergo borsalino, el gacho gris arrabalero, de cinta ancha y ribete negro en el ala. Símbolo del malevaje rioplatense.

-El representante argentino ante la Santa Sede, embajador García Mansilla, había obtenido una audiencia especial del Papa Pío XI para una exhibición de tango bailado, entonces reprobado por la Iglesia y por muchos sectores, no sólo católicos...
(...)Aín era un profesional mentado (había sido contratado por el Jockey Club de Buenos Aires  para los festejos del Centenario de la Independencia). En el curriculum vitae presentado a la secretaría vaticana, obviamente se omitió su actuación artística en las casas de Madame Blanche y en la de la Negra María de Nueva Pompeya. El Lecherito fue recibido por un capitán de la Guardia Suiza y conducido por dos monseñores hacia la biblioteca. Seguramente sintió en ese momento todo el horror en que lo habían metido. No es difícil imaginar que al vestirse de malevo, a esa hora de la mañana y para presentarse ante el Santo padre, de acuerdo con su esquema de referencias, le debe haber parecido tan duro como comparecer ante el comisario de la 1ª con los bolsillos atiborrados de anotaciones de quiniela....

                                 
El vasco llegó a dominar toda clase de danzas
(...) Del vestuario pasó a la Sala donde el santo Padre estaba rodeado de dignatarios de uniforme y jaquette. No se había invitado señoras, por las dudas.... Después del avasallador éxito del tango en París, entre 1911 y 1913, el negocio de los discos, grabados en Dusseldorf y Francia y por la RCA Victor, era un hecho económico importante, el puritanismo bregaba por su excomunión. Dicen que Pío XI desde su trono, con su voz baja pero dulcemente autoritaria, sólo murmuró: Avanti, figliolo. Procedi....
(...)Con sabiduría diplomática se había decidido que el vasco no bailaría con la alemana Peggy, que era su compañera profesional en sus actuaciones en el cabaret El Garrón de Montmartre. Hubiera sido una garrafal imprudencia diplomática que García Mansilla no cometió. Su compañera, estirada y despreciativa ante aquel malevo exótico, era la señorita Scotto,  que se desempeñaba como traductora en las oficinas de la Embajada....

También exhibió su arte en el cine. Acá en el filme Destinos de la Universal

Y finaliza Posse con la exhibición y el regalo del Papa al vasco, de una medallita de plata con la imagen de Nuestra Señora de Loreto. Y la tolerancia del Papa con el tango bailado, muestra una distinta apreciación a la de los intelectuales argentinos Lugones y Martínez Estrada que lo consideraban pura pornografía.

                                           
La polca tangueada que le dedicó Juan Carlos Bazán.

Lo cierto es que Aín, se embarcó en abril de 1913, en una aventura aparentemente alocada, con tres músicos, viajando en barco a Francia, El pianista Celestino Ferrer, el fueye Vicente Loduca y el violinista Eduardo Monelos, bancados por Alberto López Buchardo, celebrado músico argentino. Con total desparpajo se presentaron en París. en lo que sería luego El Garrón, cabaret que fue reducto de Manuel Pizarro. Y también es real que más allá de la presunta exageración del vasco Aín en sus hazañas, ganó mucho dinero, bailó en varios países europeos, en Estados Unidos ( estuvo tres años) y tuvo éxito tanto en los bailetines riesgosos de aquella época como entre la alta sociedad. Y no menos destacable es el hecho de que en 1920 gana en París un concurso de baile en el que participaron más de 100 parejas. Se desarrolló en el Teatro Marigny  y con su compañera Jazmin obtuvieron el primer puesto en todas las categorías de danza: Boston, one step, pasodoble, chotís, maxixa, foxtrot y por supuesto tango. Y como postre y a pedido del enfervorizado público una polka criolla zapateada.

                                       
Y el tango que le dedicó Spátola a Aín y su esposa.

 Casimiro Aín, nació en el porteño y céntrico barrio de La Piedad en 1882 y murió en 1940 después de haber  sufrido la amputación de una pierna y una infección que acabó con su vida, pero quedando instalado en la leyenda.

Lo recuerdo con este tango de Alberico Spátola  que les dedicara a él y su esposa,  y están en el círculo de la partitura.

21- El 16 - Los Tubatango




lunes, 18 de noviembre de 2013

El cachafaz

Pocos, muy pocos personajes del tango, que no hayan sido músicos o cantores, han logrado instalarse en la leyenda del tango con tal arraigo, soportando el paso de los años que van difuminando logros y currículos. Evidentemente fue el bailarín más famoso de su época, y más conocido por su apodo que por su apellido.

Como la literatura no se ha ocupado del baile del tango en sus orígenes y desarrollo, todo lo que llega de las épocas fundacionales, ha quedado sumergida en alguna que otra anécdota e hilachas de recuerdos que se transmitían entre milongueros de distintas generaciones. Por esto mismo, personajes como el Cacha, Tarila, El Vasco Aín, Pablo el Lento, Bernabé Simara, que aparecen fugazmente en alguna que otra página periodística de su época, se van convirtiendo paulatinamente en figuras míticas, especialmente El Cachafaz.

El Cachafaz y Carmencita Calderón en "Tango"

Algo se debe a las referencias que dieron su última y longeva compañera, Carmen Calderón, y gente destacada del ambiente artístico que lo conocieron, como Enrique Muiño o Elías Alippi. Además, fue escogido para bailar en la primera película hablada del cine argentino: "Tango", filmada en 1933, y donde baila precisamente con Carmencita Calderón, una jovencita entonces.  

Se llamaba José Ovidio Bianquet, era hijo de un francés y una cordobesa y tuvo una Academia de bailes muy famosa, ubicada en los altos del Teatro Olimpo, en la calle Pueyrredón 1463, para pasar luego a otras céntricas. Ganó mucho dinero dando clases a hombres y mujeres de la aristocracia, pero le gustaba la buena vida y lo fue derrochando a manos llenas. Bailó en el Metropolitan de Nueva York y paraba en el Hotel Astorga. Viajó a París con 26 años y actuó en el célebre cabaret El Garrón, donde tallaban los argentinos liderados por Manuel Pizarro, aunque regresó pronto.


Miguel Bucino, bailarín y autor de una ponchada de hermosos tangos, me dijo que era un poco espamentoso para bailar. "Le gustaba hacer bandera... Pero se apilaba y llamaba la atención en seguida. Además vestía muy elegante siempre, engominado y jaileife. Tenía la cara picada de viruela aunque  lo disimulaba con la percha y la fama que tenía. Ganaba con las mujeres en todos lados". Fue amigo de Gardel y tenía su oficina en el café de Corrientes y Talcahuano. Su mesa estaba siempre reservada y los que querían contratar sus servicios sabían que allí lo encontrarían.

Francisco García Jiménez cuenta la tenida entre el Pardo Santillán, de Palermo, y El Cachafaz, del Abasto. Fue en lo de Hansen cuando el dueño había dejado der ser el sueco que le dió nombre al local y estaba ahora a cargo de un italiano apellidado Giardini.

-Debutaron Bazán, Firpo y Postiglione en el local al producirse el acontecimiento que conmovió el ambiente tanguero, cuando se sacaron chispas allí. Santillán era el crédito coreográfico del Tango en Hansen. Y virtualmente en todo el el perímetro palermitano hasta la linde con Recoleta. El Cachafaz llegaba desde el ABC del Abasto, epicentro de sus hazañas.

                                   


El Cachafaz se presentó esa noche en Palermo sin su compañera. Como de costumbre, iba a su zaga un amigo fiel y de acción conocido como "El Paisanito". Santillán, sentado en su mesa con su barra, los vio entrar como a sapos de otro pozo. De repente El Pardo se levantó y salió a bailar. El Cachafaz vio una mujer sola en una mesa y le hizo una seña. La mujer asintió y se acercó a su mesa. Prendidos para el tango salieron a seguir el curso rodante de las parejas. Como una voz inaudible, hizo que las demás parejas se fueran yendo de la pista, hasta dejar solas a las dos de la topada.

Ardió Troya en las tablas del piso de Hansen. A una corrida afiligranada del Pardo, contestaba El Cachafaz con figuras imaginadas y resueltas sobre el pucho y transmitidas a la asimilación espontánea de la desconocida compañera. Superado una y otra vez, el Pardo Santillán perdió terreno. ¡Realmente, más que un bailarín era un mago El cachafaz.! De sus cortes danzantes se ha prolongado una fama legendaria parecida a la del visteo peleador de Juan Moreira.


Hubo intención de gresca, de parte de los adeptos a Santillán. El Paisanito saltó al ruedo pelando el fiyingo, ese cuchillo de hoja estrecha y muy filosa que aquellos guapos calzaban bajo la axila izquierda, bajo el chaleco. No era el vano intento de corajear contra tantos. El Paisanito remató la temeraria acción con otra no menos espectacular. Tiró de punta el cuchillo al piso, clavándolo tenso y le gritó a su amigo:
-¡Dales el dulce!

Carmencita y el recuerdo del Cachafaz
Y así, con semejante velo legendario se escribió la historia de este milonguero nacido en el barrio de Boedo. Que incluso mereció un tango que en su homenaje compuso Manuel Aróztegui. En el leguaje coloquial, cachafaz equivale a pícaro, desvergonzado. Es sabido que Bianquet murió de un infarto en los camarines de El Rancho grande, de Mar del Plata, después de una actuación con Carmencita Calderón allí, en el verano de 1942. Contaba 57 años.

Escuchamos el tango que le dedicó Aróztegui, grabado por la orquesta de Juan D'Arienzo el 2 de junio de 1937. Bien milonguero, por supuesto.

45- El cachafaz- Juan D'Arienzo