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miércoles, 2 de octubre de 2013

Troilo-Fiore

Una diada de director-cantor, que marca el inicio de Pichuco como gran protagonista de la historia del tango, abarca una época de lujo y deja inscriptas en la página curricular y discográfica una retahila de sucesos que aun hoy, a 76 años del debut en el Marabú, siguen iluminando las pistas de baile, como sucedió, por ejemplo, en Noches porteñas, la milonga que inauguré anoche en Madrid.

Como tantas otras cosas que acontecen en la vida diaria: encontrar la pareja ideal de vida arriba de un medio  de transporte, o en un café; o firmar un club a cierto futbolista que no parece tener proyección y termina siendo un fenómeno, más o menos así, casualmente, se formó la dupla que parecían hechos el uno para el otro.

Troilo comenzó de pibe con su bandoneón, en un aprendizaje poco menos que en forma autodidacta, con una enorme intuición y transmitiendo de manera increíble lo que pasaba por su cuore cuando lo estaba haciendo sonar. A los 11 años ya se presentaba en público, con pantalones cortos, en un festival en el cine Petit Colón, de Córdoba y Laprida. En 1927 lo integraron en una orquesta de señoritas que actruaba en el Café Ferraro, de Córdoba y Pueyrredón. Había cumplido 13 años.

                                           

Troilo-Fiore una dupla inextinguible para los milongueros

De allí saltaría a la orquesta de Eduardo Ferri, que tocaba todo tipo de ritmos, lo que le permitió foguearse y animarse a armar un quinteto con el cual se presentaba en el cine Palace Medrano, de Rivadavia y Boedo, durante un año aproximadamente. Su pianista entonces era Miguel Nijensohn y a veces lo reemplazaba el futuro jazzmen Héctor Lagna Fietta. Debutará en el centro porteño con el Sexteto del mítico Juan Maglio (Pacho), en el Café Germinal de la calle Corrientes.

Contaba 16 años cuando se enrola en el conjunto Vardaro-Pugliese, que era aplaudido en el Cine Metropol de la calle Lavalle, y que estaba integrado por estos músicos: Elvino Vardaro y Alfredo Gobbi en violines, Ciriaco Ortiz y Troilo en fueyes, Osvaldo Pugliese al piano y Luis Pucherito Adesso en contrabajo. Allí comenzó a establecer fuertes lazos estéticos y de amistad con todos sus compañeros.

                                             
En la Orquesta Los Provincianos junto a Ciriaco Ortiz y el Toto Rodríguez

Tenía 18 años cuando se alista en la Orquesta que aglutinaba todos los plácemes: la de Julio de Caro, que debuta en el Cine Ástor. A la vez participaba en grabaciones con las orquestas de Luis Petrucelli, con Los Provincianos y con  la Típica Porteña. Es convocado para una película de Luis Sandrini ("Los tres berretines"), donde forma trío con José María Rizzutti y Vicente Tagliacozzo y pasa a formar parte del Sexteto de su gran amigo, Alfredito Gobbi. José Goñi (hermano de Orlando) y Gobbi eran los violines, Troilo y Alfredo Attadía los bandoneones, Orlando Goñi al piano y Adesso en contrabajo. Luego formará un recordadísimo duo de fueyes con Jorge Argentino Fernández en el famoso sexteto de Emilio Vardaro, que lamentablemente no dejó grabaciones pese al impacto musical que produjo, y Pichuco se alistará con Ciriaco Ortiz en su orquesta Los provincianos.

Interviene en la orquesta de Ángel D'Agostino para grabaciones y en 1937 se alista en la orquesta gigante de Juan Carlos Cobián, que se presenta en los bailes carnestolendos del Teatro Politeama. Disuelta esta formación, y a instancias de algunos compañeros suyos en la orquesta de Ciriaco Ortiz, decide por fin formar la suya propia, con varios de ellos. Troilo, Juan Toto Rodríguez y Alfredo Yanitelli eran los bandoneones; Reynaldo Nichele, José Stilman y Pedro Sapochnik violines, Orlando Goñi en el piano y Juan Fassio al contrabajo. Será la orquesta que debute en una noche muy fría, el 1 de julio de 1937 en la sesión vermouth del cabaret Marabú, de la Calle Maipú.

La orquesta en 1941. Parados de izq. a der. Sapochnik, Goñi, Fiore, Kicho Díaz, Piazzolla. Abajo: David Díaz, Toto Rodríguez, Troilo, E. Marino y Baralis.
                                          
Pichuco se había empeñado en que el cantor fuese el gallego Antonio Rodríguez Lesende, que estuvo con ellos en la orquesta de Cobián, pero éste tenía contratos y rechazó la oferta. Fiorentino solía comer pizza con el grupo, después de sus actuaciones respectivas y entre Goñi y el Toto Rodríguez lo animaron a Troilo para que lo incorporase a la orquesta. Mucho no le convencía al Gordo porque era mayor que todos ellos, había sido bandoneonista, pasado por varias orquestas (D'Arienzo, Cobián, Maffia, Zerrillo, Ricardo Malerba) sin mayor éxito, había andado por Europa y Pichuco no estaba muy entusiasmado con la idea, aunque lo apreciaba como amigo.

Pero como decía al principio, fue la gran pegada. Con su oído de músico y esa voz melodiosa, aunque no tuviese una correcta dicción, se adaptaba como un guante al ritmo de la orquesta, amalgamánsose de tal forma con la misma, que vino a ser como un instrumento más de la misma, aunque lo hiciese sufrir mucho a Pichuco en los ensayos, cuando no entraba en tiempo o se equivocaba. Y le dio un plus muy importante al conjunto. Estuvo seis años con Pichuco y dejó 59 temas grabados, de ellos tres a duo con Alberto Marino y uno con Amadeo Mandarino.

                                       

Al alejarse Orlando Goñi y el propio Fiore, Troilo fue buscando otra musicalidad, progresando siempre, pero esa  primera etapa de la orquesta es la que mejor interpreta el reclamo de los bailarines.
Una maravilla inagotable.

Años después, en un reportaje, de madrugada y cerca del final de su vida, Pichuco dice entrecortadamente, como si recordara:
-Fiore fue la cosa más sentida. Un día fuimos con Fiore a las sesis de la tarde a tocar en un baile. Cuando llegamos todavía había sol. Vamos a subir y... Éramos todos pibes. ¡Para que te voy a contar, unas pintas..! Tendría yo 20 años... escuchame. Llega el momento de subir y Fiore me agarra un brazo..."¡Un momento, Kolynos!", me dice. Pobrecito... De repente, uno se olvida un montón de cosas, hay cosas que uno se olvida... Fiore trabajaba en el Tabaris. Yo le propuse...éramos amigos de mucho tiempo, le propuse que viniera conmigo. Debutamos en el Marabú con un tango que se llama "Sobre el pucho", de Piana y Castillo. Estaban todos los milongueros. No gente, ¿entendés? Los milongueros. Después de muchos años, un día terminamos, Fiore ya no estaba. El día en que se despidió de la orquesta, hicimos "Adiós Pampa mía". Pobrecito...

Troilo se toma otro whisky, es tarde y la periodista (María Ester Gilio), le pregunta: ¿Cuál fue su mejor cantor?
-¿En el aspecto personal...?
-Sí -contesta ella, resignada- en el aspecto personal.
-Fiore. era un hombre...Se merecía todo el cariño del mundo. Era como yo. No, mejor que yo, recolectaron unas 200 firmas para que volviera a la orquesta. Pero ya no se podía. Cuando se termina una cosa, se termina.

                              
La orquesta con Fiore en Montevideo y un jovencito Piazzolla.
Afortunadamente, a través de las grabaciones, la dupla Troilo-Fiore tiene una larguísima sobrevida, y yo que estuve en el velatorio de Fiore en SADAIC - lo que habla de mi admiración por esas joyitas que dejó con Pichuco y que me siguen impulsando en la pista de baile-, puesto a elegir, me parece que la maravilla máxima que lograron como expresión milonguera y de una perfección increíble en ese sentido,  es el tango de Pedro Maffia y Jorge Curi: Te aconsejo que me olvides, grabado el 16 de abril de 1941. Un día se lo dije a Pichuco en la mesa del café y se quedo pensativo y apenas asintiendo con la cabeza.
Lo que hace Goñi en este tango me parece genial  y la voz de Fiore es un susurro maravilloso.

03- Te aconsejo que me olvides - Troilo-Fiore


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