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jueves, 13 de diciembre de 2012

Otoño con el Polaco

Miro por la ventana y no paran de caer las hojas de los árboles venteadas por el aire otoñal. Es como un mensaje subliminal para  sumergirme obligadamente en esa melanco que nos teje la urdimbre de los tiempos pasados, y escribo mientras escucho atentamente al Polaco.


Es una suerte de recomendación casi terapéutica: no hacerle ascos a una música, esa que llamamos popular, que comparte historia con la otra.  Por que al final la música no deja de ser una experiencia física y anímica como asegura Daniel Barenboim.

Los fotógrafos revelan el arte de las imágenes estáticas, de los momentos detenidos y Roberto Goyeneche me lleva de viaje con esa manera tan suya de recrear la poesía cantada. Lo que perdura, y cómo, es la atmósfera que crea con su canto.

Sí, en este día grisáceo, otoñal de Madrid, he resuelto que me acompañe el Polaco y todo lo que pueda salir de la caja de Pandora de su tremenda personalidad.

                       
Admiré siempre su riqueza de matices, por ese sentido musical y poético, capaz de subrayar detalles sutiles, o recrear atmósferas sin perder nunca la frescura y naturalidad.

Aquellas noches mágicas de Caño 14 vuelven una y otra vez y al final caés en la cuenta de la fortuna que tuvimos los que pudimos recrearnos con tamañas leyendas. El Polaco, el Gordo, Francini con su violín, Chupita Stamponi, el Negro Juárez, la viola de Grela. Y ese ambiente...

Sí, es el otoño que me envuelve con su mufa temprana y no paro de hacer yirar la vitrola de los recuerdos. El Polaco me acompaña en la ventosa matina y me doy manivela con esta música que trasmite una melancolía serena, un hedonismo pictórico.
                                                                                Les dejo un gajo de Goyeneche, acompañado por la Orquesta Típica Porteña, que dirigía Raúl Garello, cantando  precisamente Cuando caigan las hojas,de Emilio Balcarce e Ítalo Curio. Y pensando en el drama otoñal de un amigo, los invito a  entrar en estos versos llenos de temblor rítmico. Lo   secunda la orquesta de Armando Pontier. De Rodolfo Scianmarrella y L. Tabanilla: Qué fácil es decir. Filosofía pura y dura.



Cuando caigan las hojas

Qué fácil es decir

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