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lunes, 13 de agosto de 2012

Tango en el Barolo

Si usted va caminando por la calle y ve a una persona con una bolsita de tela negra fruncida con un cordón que le cuelga del hombro, seguro que adentro hay zapatos de tango. Y si adentro hay zapatos de tango es que por ahí cerca hay una milonga. El dress code es inconfundible. El miércoles pasado bastó seguir ese "camino de miguitas" por el hall central del pasaje Barolo, donde se inauguró la primera milonga organizada en el interior del mítico edificio, de 1923, declarado monumento histórico en 1997.

El hecho trasciende por tratarse, justamente, de dos bienes de valor patrimonial: tango en un espacio emblemático de la arquitectura porteña de principios del siglo XX. El Faro de Buenos Aires, tal fue bautizada la milonga, funcionará cada miércoles, de 17 a 1 AM, en uno de los salones laterales en la planta baja del Barolo, y que ocupan toda su extensión, desde Avenida de Mayo hasta la calle Hipólito Yrigoyen. Casi 750 metros cubiertos con capacidad para 400 personas.

Palacio Barolo


"Es uno de los pocos edificios como la gente que quedan en Buenos aires", contó el Chino Perico, mejor conocido en el ambiente como "el último milonguero de Villa Urquiza", una celebridad de casi 80 años que baila desde hace 65. Como de costumbre, llegó vestido de impecable saco y corbata. "Por eso es increíble que esto lo hayan mantenido, ¡es un lujo! No recuerdo que hubiera una milonga en Avenida de Mayo, porque en el Café Tortoni no se bailaba", dijo, y señaló la pista, que está lustrada, aunque el piso no es de la madera original.

El arquitecto Fernando Carral, es el  responsable de la restauración del famoso faro que corona el Barolo. En las últimas décadas del siglo XX se instaló una sucursal del Banco Galicia, y luego, un restaurante. Hasta hoy subsistió como salón para fiestas de quince y casamientos. Se mantuvieron las columnas y el muro de vidrio que da al pasaje."Habían sacado el piso y arruinado el techo. Hubo que llamar a un experto en fumistería para reconstruirlo. Cuando vino y movió un pedazo del yeso original, encontramos una carta manuscrita del yesero que lo colocó cuando se hizo el edificio. Era un mensaje del porvenir", cuenta Carral, que se enganchó con el tango hace poco gracias a su amiga Andrea Rodríguez, que lo llevó a tomar clases a La Glorieta de Belgrano, donde conoció a Marcelo Salas. Los tres se asociaron en este proyecto tanguero.                                                   
La milonga El Faro de Buenos Aires. Foto: La Nación / Marcelo Gómez |
                                               
 Además de tener su estudio en el Barolo, Carral es su protector incondicional. "Este sector estaba muerto, abandonado. Hacía tiempo queríamos hacer alguna actividad que le devolviera la vida. Con este emprendimiento queremos devolverle el tango a la Avenida de Mayo y conectarnos con otros espacios, como Los 36 Billares, el Café Tortoni y la Fundación Casará, arriba del Bar Iberia. La idea es armar el circuito de la copa de vino: que la gente recorra la avenida, aprecie la arquitectura, la historia, baile y se tome una copita. Además, ayer empezó la obra de restauración del viejo edificio Singer, que será un hotel boutique de tango."

El premio, una visita al faro:

En las milongas suele haber sorteos de champagne o zapatos de tango. En la del Barolo el premio es una visita guiada para cinco personas al faro del edificio (a 100 metros de altura), restaurado con donaciones privadas en 2009 tras estar apagado durante décadas.
Fuente: diario La Nacion

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