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sábado, 18 de agosto de 2012

La polenta de D'Arienzo

No me canso de reprochar a nuestros historiadores de tango, el que hayan echado tantas sombras sobre este músico y sus diferentes formaciones.

Ha sufrido el desprecio por su estilo, por su música y prácticamente lo exponían como el causante de una caída en el nivel del tango que habían enaltecido algunos de sus pares como De Caro, Fresedo o Cobián.

Entre los directores de orquesta no sucedía éso. Troilo, Pugliese, De Angelis lo querían mucho, eran sus amigos y reconocían que había levantado a la música ciudadana porteña de una de sus tantas recaídas. El tango es música, es baile, y los milongueros se volvían locos con la revolución que produjo el Rey del compás con su orquesta. Llenaba los clubes, los programas de radio en los que intervenía convocaban oyentes de todo el país. En el interior había numerosas formaciones que lo imitaban, que tocaban su repertorio enfervorizando a las masas de bailarines.Tenían 30 bailes por mes. Era una verdadera locura.

En este aspecto fue decisiva su aparición, primero con el piano de Rodolfo Biagi, luego Juan Polito y Fulvio Salamanca.

La marcación rígida, acelerada, sin treguas en el permanente contraste entre staccatos y silencios pronunciados, con frecuentes pasajes de piano destacando y acentuando el tema de la melodía, realzado por un increíble ajuste orquestal, fue lo que galvanizó su trayectoria.

Carlitos Lázzari que terminaría siendo el primer bandoneón del conjunto, en el que estuvo 25 años y sigue al frente de sus sucesores, cuenta que una vez le preguntaron a Julio De Caro si había escuchado a  la orquesta de D'Arienzo y respondió: "Si, la escuché, es una orquesta de verano". Cuando se lo contaron a D'Arienzo, éste dijo con su picardía habitual : "Sí, pero no dijo de cuántos veranos...".

Y aunque muchos lo sigan subestimando, la realidad  es que la temperatura de la pista sube a toda velocidad cuando el musicalizador de turno pone 4 temas de D'Arienzo, que entran por todos los poros.

Se contempla un nervioso movimientos de sillas y mesas, la pista se convierte en una colmena a la que acuden ansiosas las parejas y bailar con esta orquesta, puede constituir una sensación íntima distinta, acuciante, un sentimiento difícil de explicar, pero el suelo vibra bajo las suelas de los milongueros.

Lo vamos a ver tocando La cumparsita (con el que batió todos los récords de venta), en un Canal de Montevideo. El trajinar del Director resulta un  tanto camp para quienes no tuvieron oportunidad de verlo, pero el resultado es impresionante, y la polenta del dire, sumamente contagiante.

Al piano está un músico genial al que no se le han reconocido  sus enormes méritos: Juan Polito, que militó en varias ocasiones con D'Arienzo. Podrá notarse que no lee las partituras y su participación en el resultado final es espectacular. Carlos Lázzari y Ernesto Franco son los que encabezan la fila de 5 bandoneonistas que "la rompen". Y el sonido del violín mojado  del solista Cayetano Puglisi (siciliano, pasó la infancia en Grecia y llegó a Argentina con 7 años) es otra maravilla y otro acierto del Director por la categoría de este músico.

Yo soy dariencista a muerte en el baile y no hay más que verlo y escucharlo,  para entender el porqué.







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