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martes, 22 de mayo de 2012

Francini-Pontier

En aquella maravillosa década del 40, como se ha dado en llamar a la etapa comprendida entre 1935 y 1955, la extraordinaria demanda de las grabadoras, las emisoras de radio, los clubes y salones que organizaban bailes,  y el público,  se generó una gran fuente de trabajo para músicos y cantantes.

Aparecían orquestas de la noche a la mañana, los arregladores trabajaron como nunca y poetas y músicos parecían haberse conjurado y coordinado para lanzar nuevos y hermosos temas al mercado en forma permanente.

Páginas que alcanzaban la calle, el sentir popular, el silbido de los porteños, en cuestión de días.

En 1945, El violinista de San Fernando (Pcia. Buenos Aires), radicado en la vecina Campana tempranamente, Enrique Mario Francini,  y el bandoneonista de Zárate (Bs.As.) Armando Pontier (Punturero), deciden separarse de la orquesta de las estrellas de Miguel Caló y formar su propio conjunto en dupla. Justo es decir que Caló se portó muy bien con ellos, los apoyó, aconsejó y les deseó lo mejor.

La nueva formación orquestal debutó en el palco del mítico Tango Bar ubicado en la calle Corrientes 1269, el 1 de septiembre de 1945. La fila de bandoneones la formaban: Pontier, Nicolás Paracino, Ángel Domínguez y Juan Salomone. Los violines eran: Francini, Pedro Sarmiento, Mario Lalli y Aquiles Aguilar. Rafael Del Bagno en contrabajo y Juan José Paz al piano completaban la orquesta. Los cantores eran nada menos que Raúl Berón y Alberto Podestá, y el arreglador , El Indio Argentino Galván. Toda una garantía de éxito.

Compitieron con las grandes orquestas de la época y lanzaron numerosas creaciones al mercado.

La dupla se disolvió amistosamente diez años más tarde y prosiguieron su carrera los directores con orquesta propia cada uno, aunque en 1973 se volvieron a reunir para una gira por Japón. En aquellos diez años, desfilaron también por el conjunto, cantores como Julio Sosa -la gran revelación-, Roberto Florio, Roberto Rufino, Pablo Moreno o Luis Correa, entre otros.

Apreciemos la polenta de la orquesta en dos temas: A Zárate, instrumental de Armando Pontier. Y Una historia como tantas, de Pontier y Héctor Marcó cantado por Alberto Podestá.

A Zárate.

Una historia como tantas.

Y podemos ver en acción a la orquesta rearmada, actuando en Japón en 1973. Tocan la gran obra de Pontier: A los amigos, y  de Matos Rodríguez: La cumparsita.




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