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lunes, 28 de mayo de 2012

Enrique Campos

Fue un cantor que derramaba simpatía instantánea. De un fraseo muy musical y perfecta dicción, el triunfo en aquella Buenos Aires del cuarenta, no era fácil y sin embargo arrancó ganando.

Porque debió reemplazar en la orquesta de Ricardo Tanturi, nada menos que a Alberto Castillo que había pasado a ser la imagen ganadora de dicho conjunto, con el arrastre popular sin precedentes que consiguió.

Enrique Inocencio Troncone era su nombre real y en Uruguay brillaba con su alias artístico de Eduardo Ruiz. Con dicho nombre actuó en la Típica Pintín Castellanos -en homenaje al autor de La Puñalada-, que dirigían Alfredo Gobbi y el bandoneonista Armando Blasco.

El mismo Gobbi quiso traerlo a Buenos Aires y le pasó el dato de sus condiciones a algunos músicos amigos.Tanturi sabía el agujero tremendo que había dejado Castillo con su alejamiento hacia alturas mayores.

Probó rápidamente a Troncone y no lo dejó escapar. Y le pidió que cambiara su nombre, porque ya estaban Floreal Ruiz y Ricardo Ruiz. Abrió al azar la guía de teléfono y apareció el apellido Campos. "Ése será tu nombre desde ahora", le dijo.

Se casaría en Buenos Aires y su esposa regentearía una florería,  curiosamente en la calle Luis María Campos, que siempre atravesábamos camino al hipódromo de Palermo.

Lo seguí  cuando estuvo con Roberto Caló y, especialmente, cuando actuaba en la Richmond de Suipacha con la dupla Campos-Calabró, el conocido bandoneonista que se encargaba de la parte musical. Nunca supe porqué pero, cuando me veía, me dedicaba el tango de Juan Fulginiti: Llorando la carta. Y lo anunciaba expresamente. Claro, yo era jovencito y eso me engorgullecía.

Y como la vida está llena de sorpresas, el matrimonio tuvo dos hijos. Enrique Troncone fue muy buen defensa central zurdo de Platense, Racing, Newell's y Argentinos Junors. Debido a mi profesión tuve mucho contacto con él y actualmente mantenemos una linda amistad. Además se casó con la hija de Amadeo Carrizo, otro amigo.

Y su hermana se unió sentimentalmente a Roberto Cecilio Cabral, un delantero centro cordobés que militó en Rosario Central, Huracán y lo encontré jugando en Bélgica.

Guardo un gran recuerdo personal de Enrique Campos, Que murió muy joven, con 57 años, además de que me encanta su estilo y esa tosecita del final, tan personal, que encajaba en la última estrofa. Fue un cantorazo con todas las de la ley.

Les propongo recordarlo, de cuando cantaba  en su Uruguay natal con la orquesta de Rogelio Coll, en la milonga de éste último: Flor de milonga. Todavía era Eduardo Ruiz para el público en ese año 1942.

Después con Tanturi en ese hermoso tango de Mario Canaro y Francisco García Jiménez: Oigo tu voz.

Y vemos bailar a Pablo Verón y Geraldine Rojas, con otro éxito del binomio Tanturi-Campos: Una emoción, página siempre de moda, perteneciente al violinista Raúl Kaplún y el presentador José María Suñé.
La escena del baile cierra la película Asasssination tango de Robert Duval.

Flor de milonga.

Oigo tu voz.

Una emoción                             







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